018 Odio los gimnasios
Ya estoy aquí y Uh, preferiría no estarlo. Chicas delgadisimas con cuerpos atléticos me miran como un bicho raro y músculitos tonificados hacen ruidos sexuales al levantar pesas. ¿De verdad pesan tanto o es solo puro show?
Miro hacia los lados totalmente desorientada. Parece que sin electricidad toda la ciudad decidió que hoy era un buen día para hacer ejercicio. Definitivamente este no es mi ambiente, mayas de licra de colores fosforescente por doquier con olor a sudor y alcohol de noventa. No gracias.
Al primero que localizo con la mirada es a Richard. Está empapado en sudor y su piel brilla bajo el foco de luz fluorescente. Está apoyando el hombro sobre una de las máquinas y como era de esperarse coquetea con una pelinegra que tiene cara de fresca y los labios inyectados. Mi mayor miedo es apuntarme al gimnasio y convertirme en alguien como ella.
El segundo que veo es Chris. Está levantando pesas. No sé de cuánto serán esas pesitas, pero no son nada comparadas con las del musculitos que está a su lado cargando tres veces la misma cantidad que él. Igualmente parece que no le importa, él está más concentrado en intercambiar miradas cómplices con Richard mientras su amigo se dedica al arte del ligoteo. Me sentí traicionada, pensé que esas miradas eran solo cuando se trataba de mi.
Por mucho que seguía mirando hacia los lados no podía ver a brother. Tras meditarlo mucho pensé que mi mejor alternativa era molestar a Chris, el seguro podría decirme donde encontrarlo. Lo malo es que como me está dando la espalda voy a tener que salir de la esquina y meterme en el sinfín de gentes máquinas y pesas. Pongo los ojos en blanco, de verdad no soporto los gimnasios.
Camine con cuidado de no chocarme con nadie, pero era más difícil de lo que pensaba. Este lugar es diez veces más chico que los pasillos de mi colegio y tenía tres veces más gente. Intenté pasar sin molestar a nadie pero acabé chocando con una señora.
—Lo siento, lo siento—dije. Ella no me respondió, solo me miró feo.
¿Qué estoy haciendo en un gimnasio? Brother todo es tu culpa
—Todavía estás ahí. Camina—me empujó.
—Lo siento, lo siento.
Caminé hacia delante, pero me he perdido. Ya no sé ni en qué dirección voy. Para colmó siento el tirón en mi entrepierna.
—Ey—¿Qué estás haciendo aquí?
Escuché una voz desconocida, pero no sabía si se estaba refiriendo a mi o no. Así que hice oídos sordos.
—Te estoy hablando a ti chica del pantalón.
Me di por aludida y me volteé a ver quien pronunciaba semejantes palabras. El chico estaba levantando dos pesas pequeñas y sus bíceps se marcaban bajo su camiseta sin mangas. Mamma mía... es el segundo mejor cuerpo que he visto en mi vida. El primero es el de Richard obviamente.
—Todo el mundo usa pantalón—le dije.
—Si, pero no en un gimnasio.
Y entonces me di cuenta de lo estúpida que me veía. entre lycra y shorts yo era la única con pantalón de mezclilla. De todas las cosas que podrían avergonzarme en la vida, jamás pensé que usar un jean fuera una de ellas.
No dije nada, me sonroje y esperé a que él dijera algo.
—Deberías anotarte. Con un cuerpo como ese cuatro meses y serás la más buena de la cuadra.
Abrí los ojos como platos.
—¿Perdona?
Tuvo que reírse. Sus ojos me recorrieron de arriba abajo con descaro y se posaron por un rato en mis pechos. Sabía que esta blusa y su maldito sujetador eran un peligro.
—Déjame que me presente. Soy Joel, soy el entrenador aquí—extendió la mano.
Aaa. Ya lo entiendo todo. Debí haber sospechado. ¿Por qué alguien se iba a fijar en mí cuando está en una habitación plagada de chicas guapas y con el culo tan grande como Mariana?
—Mucho gusto Joel—dije y extendí mi mano. La tomó con cuidado y me miro sonriente—pero ese truco para conseguir suscripciones no funciona conmigo. Odio los gimnasios.
Él soltó una risita. Parece que se lo tomó como una broma, pero yo solo estaba siendo honesta.
—Yo te dejo que te lo pienses. Este gimnasio tiene muchas ventajas. Ya te irás dando cuenta.
Acarició la palma de mi mano con su dedo pulgar mientras yo sonreía como una boba. Sus ojos intrigantes me llamaban mucho la atención. Además, estaba más bueno que el pan.
—Lo siento pero no estoy interesada—dije apartando mi mano—¿Me dejas pasar?
Él y sus pesas me bloqueaban el camino. Mientras se movía pude ver a bother caminar junto a Chris.
—Gracias—dije una vez se apartó y caminé por su lado pero justo cuando estaba a pocos centímetros suyo noté como algo duro se apoyaba en mi pantalón.
Le miré incrédula. No puede ser. Deben de haber sido imaginaciones mías. Nunca había interactuado de esa forma con un hombre antes, pero claro antes no tenía ni idea de lo que era el sexo y jamás me hubiera atrevido a usar esta camiseta. ¿Será que mi energía sexual está despertando?
Seguí caminando buscando encontrarme con brother.
—Sorpresa—dije poniéndole las manos en la espalda como él me había hecho a mi pero la sorpresa me la llevé yo cuando derramó su zumo de melón completo sobre mi camiseta.
Chris se echó a reír. Di un grito y todo el mundo volvió a vernos.
No puedo explicar la humillación que sentí en ese momento. Brother se disculpó pero ya era muy tarde, saqué el cronómetro del bolso y se lo entregué con lágrimas en los ojos.
Odio esto, odio que todo el mundo me mire, odio ser la única con jeans, odio que se burlen de mí, odio tener manchada la blusa, odio el melón y sobre todo odio los fucking gimnasios. Apreté los puños y salí de allí casi corriendo y chocando con la gente.
(88)
Como pude llegue al baño y me paré a verme en el espejo sobre el lavamanos. Tuve que reírme, que patética soy, ha sido solo un accidente, no puedo seguir lloriqueando por cosas como esta, desde ayer ya soy una mujer y las mujeres no hacen berrinches.
Me sequé las lágrimas y me lave la cara para eliminar los restos de jugo. Luego miré a ambos lados que no estuviera nadie y me saque la camiseta por la cabeza. Se me ocurrió que si soy lo suficientemente rápida puedo lavarla y secarla con el secador de manos.
Pasaron unos minutos y yo restregaba la blanca tela bajo el grifo para que se quitara la mancha. Esto tenía que ser cosa del destino porque de todas las frutas el melón es mi menos favorita.
Sentí como se abría la puerta. Estaba en tetas así que mi respuesta rápida fue cubrirme con las manos. Por favor que sea una chica, por favor que sea una chica.
—Hi—dijo Joel—pensé que podrías necesitar ayuda.
Le mire directo a los ojos. Es lindo de su parte preocuparse por mi pero ahora mismo estoy en una situación embarazosa.
No supe qué decir así que negué con la cabeza y señalé en dirección hacia la puerta mientras trataba de arreglármelas para cubrir mis tetas que se me escapaban de las manos. Sé que me las miró por un largo rato pero finalmente entendió y se fue.
Suspiré, menos mal porque no creo que hubiera podido resistirme si intentaba algo. Volví con mi tarea de lavar la blusa y me sorprendí cuando lo vi detrás de mí en el espejo.
—¿Por qué vuelves?—me voltee para regañarlo pero su respuesta fue agarrar una de mis tetas.
—Oye
—Hermosas—me dijo
Y me tapoóla boca con un beso
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