019 Ayudando
Sus besos eran raros. No eran familiares y cálidos como los de brother, estaban llenos de lujuria y arrebato y no sabía muy bien cómo reaccionar a eso.
Su otra mano se posó en mi pecho izquierdo y comenzó a amasarlo con brusquedad y a pellizcarme los pezones.
—¿Qué estás haciendo?
—Ayudando.
Yo todavía estaba en shock cuando su cabeza bajo y sus labios atraparon mi pezón derecho. Gemí. por supuesto que me calienta que me toquetee las tetas, sus labios alrededor de mi botoncito me hicieron recordar el consejo de google.MMMM. Quiero que este dolor desaparezca así que lo mejor es que me deje llevar y vuelva a tener relaciones sexuales. Me mordí el labio.
Estuvo chupándome las tetas por un rato largo, lamiendo chupando y mordisqueando mis pezones sin piedad hasta que me volvió a poner de cara al espejo con las manos apoyadas contra el lavamanos. Sé lo que quería y pensaba ponersela bien fácil así que sin pensármelo ni un segundo desabroche mi pantalón y me lo quite con destreza. Le vi sonreír en el espejo y bajar su mirada hasta mis nalgas.
—Resultaste ser una puta—dijo y me volví a morder el labio.
Sus manos se deslizaron hacia mi culo. Comenzó a amasarlo y apretar mis nalgas con cuidado, recorriendo y amasandolas hasta que llegó a mi entrepierna y se dedicó a marcar la raya de mis labios vaginales.
Mientras disfrutaba de sus curiosas manos me miré frente al espejo. Exactamente como dice, parezco una puta. Dejé que jugara con mis tetas a su antojo y ahora lo mismo con mi culo.
Sus manos hábiles deslizaron hacia abajo la fina tela de mis bragas y rapidamente sus dedos se colaron en mi sexo ya mojado. Me susurró al oído que estaba mojadita, pero yo eso ya lo sabía. Luego me levantó la pierna para que sus dedos alcanzaran más profundidad. Mi espalda se arqueo hacia atrás y sus labios se apoderaron de mi cuello.
—Resultaste ser muuuy puta—volvió a decir.
—Y tú muy lento—sonreí—¿Qué esperas para follarme?
Sus labios se abrieron para formar una O. Parece que no se esperaba esa respuesta. Luego de asimilarlo sonrió malicioso y se relamió los labios.
Tan rápido como se deshizo de mis bragas deslizó su short holgado al suelo y dejó su miembro reluciente a la vista. No me decepcionó, era largo y cabezón. Sabía que iba a sufrir un poco mientras lo tuviera entre las piernas pero también sabía que me iba a hacer sentir en el cielo.
Otro impulso de calentura me llevó a inclinarme sobre la loza. Mi sexo palpitante pedía a gritos ser ensartado. Coloqué ambas manos en cada una de mis nalgas y las abrí invitándole a follarme.
—Dale—le dije— Metemela.
Pensé que caería en mi provocación, me la clavaría de una y yo gritaría y lo gozaría como toda una puta, pero no, solo dio un paso hacia delante y empezó a frotar su miembro por mis labios vaginales muy lentamente.
La verdad eso se sentía de maravilla, no me pude quejar. Quizá se dio cuenta de que soy casi virgen y necesitaba un poco más de preparación antes del gran momento. Retiré las manos de mi culo y las llevé a mis tetas, me dediqué a amasar mis pechos mientras él jugaba a frotarla y no meterla.
Después de unos minutos note como empezaba a gemir y me preocupé. Ya había pasado mucho tiempo. ¿Y si no hace nada más? ¿Y si esto es todo lo lejos que va a llegar?
Mi instinto me dijo que tenía que hacer yo misma el trabajo. Moví mi cuerpo de adelante hacia atrás tratando de que su verga entrara al menos un poquito más, pero me fue imposible, él anticipó todos mis movimientos esquivando la penetración.
Estoy comenzando a enfadarme. Estoy tan mojada que podría llenar una piscina. Necesito sexo ya.
—¿A qué estás esperando?
—Las perras como tú tienen que rogar que se las meta.
Puse los ojos en blanco. ¿En serio está pensando en jueguitos cuando me tiene abierta mojada y caliente para él? Este chico o es tonto o ha follado demasiadas veces en su vida.
—Metemela de una vez
—Por favor
—Por favor —pongo los ojos en blanco— metemela de una vez.
Hizo como que iba a follarme y apreté los labios. Pero fue todo una pantomima, porque su pene jamás entró. Mierda.
—Papi—dijo.
—Por favor papi—lo quiero matar, pero me esfuerzo por sonreír—metemela de una vez.
—Soy tu perra.
Dios míooo. ¿En serio? ¿Me quiere volver loca o qué?
—Soy tu perra.
—Dilo todo junto.
—Por favor papi metemela de una vez.¡Soy tu perra!
Lo vi sonreír y luego darme una nalgada. Me encantó sentir la sensación de sus manos castigando mi piel. Me preguntaba si me nalguearía otra vez cuando me la metió derrepente y sin piedad. Di un grito largo y me mordí la lengua.
—Animal—le dije.
—Callate perra.
Comenzó con el mete y saca. Yo chillaba y sus caderas se movían hacia delante y hacia atrás golpeándome sin darme siquiera tiempo a respirar. Todo el dolor que sentía había desaparecido ahora solo notaba como su pene me invadía y se acomodaba dentro de mi.
—Estás muy apretada perra.
Volvió a darme una nalgada. Yo gemí y dejé que me siguiera penetrando.
—Abrete el culo perra estás uff estás muy apretada.
Sin decir nada hice lo que me pidió. Me incliné, tanto que mis grandes tetas descansaron sobre la losa fría y con las manos volví a abrirme las nalgas como lo había hecho antes.
En esta posición podía notar exactamente cuando su pene entraba y salía de mi vagina y me encantaba. El no poder apretarme a su pene y que entrara y saliera de mi con mucha facilidad me llevó al siguiente nivel. Empecé a mover el culo y logré sincronizar mi ritmo con el suyo. Él comenzó a gemir y yo a emitir chillidos. Toda la verga dura y caliente entraba y salía dentro de mí abriéndome toda.
Me agarró del pelo y me jalo hacia él, grité y dejé que me embistiera con más fuerza mientras sostenía mi culito para él. La penetración siguió, pero ahora era tan rápido que me estaba volviendo loca. Puse los ojos en blanco y comencé a gritar
—Si si Que rico. Si más duro por favor.
Sentí su respiración entrecortada mientras me la clavaba con fuerza y para colmo sus gemidos cortos y masculinos me calentaban todavía más.
—¿Así más duro puta eh? Ruega que te la meta.
—Por favor papi metemela por favor.
—Soy tu perra
—Ay si. Soy tu perra.
A este punto de calentura podía pedirme lo que quisiera que yo ya era suya. Me la metió tan rápido que me balancee y quite las manos de mi culo. Enseguida mis nalgas cubrieron todo su pene y note como se apretaba entre mis piernas. Estaba tan apretado que me llevó al borde del orgasmo. Puse los ojos en blanco y gemí, pero no fui la única anonadada por la situación. él también cerró los ojos y me folló rápido y con penetraciones cortas mientras una sensación caliente inundaba mis entrañas.
—Oh si así puta
Yo gemía y gemía y él desenfrenado terminó de correrse mientras me recordaba que era su perra.
Su respiración bajo, sacó su verga de mi interior, enrolló el condón y lo depositó en la basura. Ni siquiera me acuerdo en el momento en que se lo puso. Luego me agarró del cuello y me besó una vez más.
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