El baile de las máscaras #4 A de Ay Madre

 

Chapter 4 A DE AY MADRE 


La fiesta está muy buena, la música suena alta y la gente se está divirtiendo, o eso creo yo porque me la estoy perdiendo todo encerrada en un espacio reducido rodeada de pelotas de básquet, voleibol y fútbol, esperando a que el novio de otra aparezca. Patético.

Debería salir a disfrutar, a reír a bailar, que es lo que yo quería, pero no. Estoy aterrada de que Ivy me vea y se vuelva loca. Porque sí, aunque esté esperando en la azotea se que tiene quien nos vigile a Daniela y a mi. Ojalá que Jun aparezca pronto o me perderé toda la diversión.

40 minutos más tarde. Solo faltan cinco minutos para las 11

Ya esto ha sido demasiado. Me doy pena de mí misma. No me importa si Ivy me ve y se enfada o si decide quemar mi casa. Voy a salir de aquí ya.

Me coloco la máscara, doy un paso y la puerta se abre.  Es él. Ya está aquí. Menos mal, ya era hora.

Respiro aliviada, , estoy a recitar un acertijo de ser libre.

—Si recu...

—Shhhh—me manda a callar.

¿Qué está haciendo? Estoy completamente segura de que es él, su traje negro y su pelo los reconocería en cualquier parte.

—Daniela me ha dicho que estabas aquí. Me gusta el jueguito de las pistas, pero ya quiero reclamar mi recompensa.

Me pone una mano en la cintura y mi piel se eriza. ¿Qué está haciendo?

—Me encanta tu perfume—dice y me da un beso suave en el cuello. —Tu piel—y desliza sus dedos a través de mis brazos desnudos.

¿Pero qué está pasando? El corazón me late a mil por hora. ¿Por qué hace esto? Desde cuándo le gusto a Jun, desde cuando se fijó en mí. Si nunca había...

—Llevo esperando esto tanto tiempo.

¿Esperando que? Si solamente ha sido cordial conmigo. A no ser qué...Oh Dios Mio. Es por la máscara, tiene que haberme confundido con Ivy. No puede ser, no puede ser. Es cierto que huelo a ella, pero...no puede ser, no puede ser. Soy un pez muerto.

Me pone la otra mano en la cintura y me atrae contra su cuerpo.

Oh Oh, tengo que detenerlo. Tengo que detenerlo antes de que sea tarde. Pero... ¿Qué haría Ivy cuando se entere que su novio me ha besado el cuello? Va a matarme, va a matarme lo sé.

Lo miro directo a los ojos. Su máscara es tan pequeña que lo reconozco perfectamente. Lo miro directamente para que se de cuenta que soy yo, Trixy, no Ivy, Trixy, Elizabeth.

Quiero abrir la boca, quiero decirle que no soy ella pero.. pero... no puedo. Es que es tan bello. Me llamó la atención desde el primer día. Se suponía que él debería ser mi novio, no el de Ivy. El profesor lo sentó a mi lado, él me dedicó una sonrisa cálida, el me dijo que era divertida. él... debía ser para mi.

Pero esa zorra se lo robó, queriendo ser mejor todo el mundo. Burlándose de mi vestido. No es mejor que nadie, no es mejor que yo. Tiene que pagar por todas las veces que me ha humillado. Tiene que pagar, tiene que pagar.

No sé cómo ni por qué, pero sentí una fuerza superior a mi controlando mi cuerpo. Mis manos se movieron solas y no pude hacer nada para controlarlas. Las coloque alrededor de su cuello y me incline hacia arriba suavemente para que mis labios se pegaran a los suyos.

Sus manos se aferraron a mis caderas y nos fundimos en un beso suave y apasionado, un beso como el que siempre soñé que me daría. Es un príncipe azul, es todo lo que siempre he deseado es... ¡Es un fresco!

Sus manos lograron alcanzar el cierre de mi vestido y lo desataron en un santiamén. El vestido cayó al suelo y me quedé en ropa interior.

Dios mío, tiene que haberse dado cuenta de que no soy ella. No estoy extremadamente delgada ni llevo ropa interior de diseñador. No soy lo suficientemente bonit...

Ni siquiera me dio tiempo a pensar cuando me atrajo hacia sí y me agarró el trasero con ambas manos. Sentí una corriente de adrenalina recorriendo mi cuerpo, le agarré la mejilla con una mano y me volví a inclinar para besarlo. Lo bese con todas las ganas del mundo. No me importa que piense que soy otra persona. Sus besos me llevan al cielo y soy feliz, muy feliz, tanto que no me importa estar en ropa interior.

El me devuelve el beso con muchísima pasión y aprovecha para cargarme y apoyarme contra la pared. Puedo sentir su respiración y su aliento junto a mi. Su cuerpo caliente y su piel que ya ha empezado a sudar.

Me mira a los ojos. Me aterra que haga eso porque no quiero que me descubra, pero a la vez me vuelve loca.

Por suerte no me ha descubierto. Solo sonríe y comienza a besarme el abdomen. Tengo que aguantarme las ganas de gritar su nombre.

Siguió bajando, lentamente recorriendo mi abdomen hasta llegar al inicio de mi ropa interior que comenzó a bajar lentamente con la boca y luego con ayuda de las manos.

Ay Madre de dios. Estoy aquí, en el salón de las pelotas, todavía enmascarada y contra la pared. arrodillado frente a mi esta el chico de mis sueños, que es novio de mi mejor amiga y me está desnudando con la mirada y con la boca. Yo jamás había estado con tan poca ropa frente a alguien. ¿Por qué... por qué me estoy dejando?

Cierro los ojos. No quiero ver lo que viene. Solo puedo sentir como las bragas caen al piso y sus manos se deslizan entre mis muslos. Trago saliva. Tengo que detenerlo pero no quiero.

Su mano izquierda se aferró a mi pierna y su boca comenzó a darme besitos en el muslo pero su mano derecha recorrió poco a poco mis piernas hasta llegar a los más alto. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Estoy segura de que esto es a lo que llaman placer y creo que me estoy entregando a él.

Relaje mi cuerpo, abrí las piernas y le deje pasar, le estaba invitando a tocarme. Ya había caído. Sus dedos curiosos se deslizaron por mi sexo de arriba hacia abajo. No lo pude evitar soltar un gemido agudo.

—Aaaah Jun

—Silencio hermosa—dijo él—te va a gustar.

Y asentí todavía con los ojos cerrados.

Los dedos que se habían quedado quietos comenzaron a moverse otra vez de arriba abajo, ahora un poquito más deprisa pero lo suficientemente lento como para volverme loca. Siento un hormigueo fantástico en el estomago y allá bajo. Es algo totalmente nuevo, no era como nada que hubiera sentido antes.

Su otra mano dejo de agarrarme las piernas y su dedo pulgar izquierdo fue a parar a mi clítoris, a mi centro de placer. Di un salto, y abrí los ojos al instante.

Estaba arrodillado frente a mi y con una sonrisa perversa, se había quitado la máscara y me sonreía con gesto ganador. Sabiendo que ya soy completamente suya.

Su rostro excitado provocó en mi algo que tenía muy escondido dentro. Las piernas comenzaron a temblarme y en cuanto se dio cuenta él decidió hacer presión en mi clítoris.

Quería derretirme como la mantequilla, quería temblar, saltar, gritar de placer, pero sus caricias a veces suaves no me dejaban.

—Estás mojada—me dijo y se llevó los dedos que tenía en mi sexo a la boca. Abrí los ojos como platos. ¿Quién es este chico pervertido y que has hecho con el Jun que yo conozco?

Sin decir más volvió a hacer presión en mi clítoris y a colocar los dedos en mi sexo esta vez llenos de su saliva. sentí como todo mi cuerpo se contraría y como mi vagina se preparaba para recibir los dedos que poco a poco fue metiendo dentro de mi. Volví a gemir descontroladamente.

—Mmm, te gusta verdad.

Asentí con un gemido excitante y entonces prosiguió con su tarea final. Empezó un mete saca exquisito que hizo que mi cuerpo se tensara. Las piernas se me hicieron gelatina a medida que su ritmo seguía aumentando, me frotaba el clítoris con el pulgar y me metía y sacaba los dedos a un ritmo frenético.

—vamos, correte ya.

Me quedé atónita al escuchar eso. Me estaba pidiendo que...

—Estás toda mojada ¿no es verdad?, Yo sé que quieres. Mira que sexy te ves, pareces toda una zorra caliente. Te gusta que te meta los dedos, eh? Te gusta verdad. eres toda mía

—Si, si, siiiiiiiiiii

Gemí cuando no pude aguantar más. Mi cuerpo se dejó ir y sentí el escalofrío más grande del mundo recorriendo de pies a cabeza. Todo mi cuerpo se contrajo y sentí como algo salía de mi. Grité, grité y grité hasta que pude recuperar la conciencia.

Y entonces le vi. Me estaba mirando fijamente. Parecía deleitado, muy complacido. Se estaba mordiendo los labios y asintiendo. Le di lo que quería.

Se puso de pie y me abrazó. Mi pecho subía y bajaba agitado y él me contenía con todo su cuerpo. Podía notar su erección contra mi pierna, podía notar el olor de mi sexo en su boca. Esto es una completa locura. Esto es... ¿Qué? ¿Qué he hecho? 

—Jun—dije y luego me callé la boca antes de que notara que mi voz no es la misma de la de ella.

—Lo sé preciosa—me dijo—Tengo que estar en la azotea a las 11:15

Me sonrió, me besó, luego me besó en la frente, se sacudió el traje en la parte de las rodillas y se fue.

Se fue, mientras yo seguía demasiado débil y confundida para decir algo. 

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