Strip Poker 10 La noche todavía es jóven
Tanya:
Abro los ojos. Siento que he dormido cuarenta años, pero a la vez también diez minutos.
Brother me está abrazando. Puedo sentir su respiración cálida en mi nuca. Nuestras manos aún están entrelazadas. Sonrió, sé lo que paso y...Dios mío del amor hermoso ¡Me la metió! Mi propio hermano me quitó la virginidad. Wow. Sé que puede sonar raro, pero por algún motivo me alegro de que haya sido con él.
Finalmente ya soy una mujer. Ya sé lo que siente tener sexo y fue mucha más lindo de lo que pensaba. Brother fue tan bueno y delicado conmigo e hizo que me volviera loca poco a poco. Recuerdo el calor que se desprendía de su cuerpo y como me sujetaba mientras yo tenía un orgasmo, mmmm. Ya entendió porque quiso ser mi primera vez. Ningún otro chico en el mundo me hubiera tratado con tanta ternura.
La puerta se abre. Saltó de la cama. Brother aún sigue dormido. Yo estoy aún desnuda.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Como se atreve. Soy yo quien debería de hacer esa pregunta.
—Esta es mi casa Mariana
—Y este el cuarto de mi novio. ¿Qué le hiciste para que se durmiera?
Mi expresión de enfado se transformó en una sonrisa burlona. Sexo, le di sexo. Tanto que tuvo que dormirse para recuperar fuerzas. Ahora vete de aquí puta.
—No importa. Ponte algo. ¿Desde cuando estás desnuda?
No puedo creer que esta vez fuera yo la que menos ropa estaba usando. Ella se había recogido el cabello rubio en un moño alto y se habría vuelto a poner su body suit verde escotado. Tenía el culo afuera si, pero yo lo tenía todo a la vista.
Su mirada era juzgante, pero no me importaba. Acababa de cogerme a su novio, no hay forma de que me afecte. En vez de querer correr a esconderme me siento viva y valiente, incluso podría decirse que me un poco exitada.
—Tome un baño y caí redonda—trate de excusarme—el alchol me…
—Sisi como quieras. Largo, tengo que hablar con mi novio.
—¿Sabes que tu novio es mi hermano?
—Si. ¿Y?
Y Nada, solo quiero que lo recuerde. Como me gustaría decirle que hice que se corriera. Como me gustaría decirle que estuvo dentro de mi y que seguramente me cogió con más ganas de con las que jamás se la ha cogido a ella. Rubia inventada hija de mil putas. No entiendo por qué finjí por tanto tiempo que me caía bien.
Caminé en dirección al closet, pero ella pensó que me iba y se acercó a la cama junto a borther. Le sacudió el pecho y el se despertó asustado.
—Buenas noches bolita. Despiértate ya, te extrañamos abajo.
Puse los ojos en blanco. Son cuatro abajo, pueden divertirse muy bien entre ellos, para que lo necesitan.
Igualmente, mi misión es buscar algo que ponerme. Agarró un suéter rojo que tiene un dragón chino grabado. Me lo pongo, me queda largo, lo suficiente como para cubrirme los muslos.
—Ya voy, ya voy—dijo él poniéndose de pie. También estaba desnudo.
Mariana le abrazó y le agarró la polla. Me hirvió la sangre pero no podía reclamar nada, así que hice lo que me pidió y salí de la habitación. Me fui a la mía, cambie las sabanas y limpie el colchón. Lo último que quiero es que se le quede el olor a corrida.
(====)
Esta todo oscuro, y me duelen un poco los ojos pero no puedo dejar de sonreír. Bailo incluso aunque no haya música, puedo escuchar la melodía en mi cabeza. Hoy es el mejor día de mi vida.
Me paro frente al espejo aunque no puedo ver absolutamente nada. Sé donde esta el pintalabios rojo así que me lo aplico con mucho cuidado. Me cepillo el pelo y me lo dejo suelto que caiga largo a los lados. También me aplicó perfume y con cuidado de no golpearme la mano con nada raro y tomó un chicle de menta.
Me siento mejor que nunca. Es como si algo hubiera liberado a la Tanya del lado oscuro. Pensé en ponerme ropa interior, pero no lo hice. Me gustaba la sensación mis tetas libres bajo la tela y el fresquito que se me cuela entre las piernas.
Seguí bailando en la oscuridad. Estaba demasiado contenta. Seguí imaginando que era la reina del baile hasta que escuche el toque en la puerta. Podía distinguir el toque de Zabdiel en cualquier parte.
—Sis. Estamos todos abajo. No te quedes sola mucho tiempo.
—Okay, ya voy.
Me alegré de que no hubiera pasado mucho tiempo en su habitación con Mariana. Eso significa que no cogieron. Solté una carcajada malvada. Tanya uno, ella Cero.
Salí con cuidado de no tropezar con nada y seguí el camino escaleras abajo.
—Estoy fundido—dijo Chris.
—Yo también—agregó Erick—¿Queda más alcohol?
—Si pero está caliente—respondió Richard—la metimos en el congelador pero va a tardar un buen rato.
Quizá para siempre. No sé qué tan tarde sea, pero la corriente se fue a eso de las nueve.
—Dioooos—dijo Chris—el aburrimiento. Necesito internet.
—Un fifa estaría bien—agregó Zabdiel y los cuatro chicos soltaron un quejido triste.
Quítale a un bebe su chupete y llorará pero quítale a estos cuatro la Play y les arrebatas el deseo de existir.
—Todo estaba bien mientras jugábamos Strip poker…—comentó Mariana inclinándose sobre la mesa justo delante de Zabdiel. Su gran culo quedó justo delante de su cara. Se notaba que lo estaba provocando. Pensé que no caería, pero como no. Llevo la mano hasta sus nalgas y comenzó a amasarlas, ella sonrió y yo hice una mueca.
—...Pero tu hermanita nos arruinó el juego y ahora estamos aburriiiiiidos.
Puta.
—Me disculpo por eso—dije—Todos voltearon a verme al pie de la escalera. Sus miradas todavía me daban un poquito de cosa, pero apreté los puños. No debía achicarme, ya no había diferencia entre ellos y yo. Ya no era la única virgen del grupo.
—Disculpada—dijo Erick y le dedique una sonrisa. Él se extraño, generalmente suelo apartar la vista cuando me mira por más de dos segundos.
—Si todavía quieren jugar estoy lista para la segunda ronda.
Richard que estaba recostado con las piernas sobre los brazos del sofá mirando por la ventana tuvo que acomodarse. Me observó de arriba abajo con la misma sonrisa con la que lo había hecho mientras que Chris se la chupaba.
—Eso es lo que tu crees—dijo y Mariana soltó una risita.
—No. Estoy lista de verdad.
—¿Escuchaste eso Zabdiel?—preguntó Chris que compartía una mirada cómplice con Richard—dice que está lista.
Zabdiel tenía la mirada concentrada en el culo de su chica, pero la apartó por unos momentos para verme. Cruzamos miradas. Lejos de ser incómodo le sonreí y asentí.
—Está lista—dijo—Lo sé.
Sonreí. Lo quiero tanto.
—Genial—agregó Erick. Jugamos otra vez.
Mariana estuvo de acuerdo y Zabdiel también. Chris se levantó y fue a por la botella en el refrigerador. Erick comenzó a recolectar las cartas que estaban desordenadas encima de la mesa.
—Nah nah nah—dijo Richard negando la cabeza y mirándome—Sis dice que está lista, pero a mi no me convence.
—No lo está ni de lejos—gritó Mariana desde lejos. La muy perra interrumpió el beso que le estaba dando a Zabdiel solo para decir eso.
Suspiré. Lo entiendo. Ellos no tienen ni idea de que ya tuve un pene dentro de mi. Tengo que convencerlos de que ya soy una adulta. No hay problema.
Agarré el bajo del suéter y lo fui deslizando suavemente hacia arriba. Primero deje ver mis muslos, luego mi entrepierna desnuda y completamente depilada, después mi abdomen y la curva de cintura, por último mis grandes senos y terminé quitándomelo por la cabeza y lanzándolo al suelo. Me acerque a la luz de las velas para que pudiera ver mi cuerpo desnudo, mi cabello suelto y mis labios rojo intenso.
—¿Te convence esto?
Los labios de Richard se abrieron para formar una o, sus cejas se alzaron y se dejó caer sobre el sofá nuevamente.
Zabdiel dejó de besar a Mariana para verme y a Erick se le cayó una botella de agua al suelo.
Entiendo el shock. Ahora todos estaban vestidos y yo desnuda.
—Mmm—dijo Richard.
Aún no dice que si. Parece que tenía la intención de ponérmelo difícil.
Estar desnuda frente a todos no resultó ser como yo pensaba. La sensación de libertad le ganaba a la de vergüenza. Me gustaba ver como Chris miraba embobado mis tetas y como Erick no apartaba la vista de mi entrepierna. Ver que se metió la mano dentro del pantalón hizo que me calentara.
Sé que mis mejillas se enrojecieron y no se si podrían notarlo o no. Pero no importa, mi cuerpo desnudo ya era un espectáculo lo suficientemente grande.
—Propongo que nos saltemos la parte de la ropa—dije y Richard mostró una sonrisa de oreja a oreja.
—Hecho—dijo sacándose la camiseta—Estoy convencido.
Sonreí y volteé a ver a Miriam y Zabdiel. Ella estaba boquiabierta y con la frente arrugada. Él me sonrió y guiñó un ojo.
—¿Alguien sabe qué hora es?
—Una y treinta y cuatro—dijo Erick.
—Bien—respondí— La noche todavía es joven.
Y miré a Richard directamente a los ojos. Él y Chris ya no tendrían motivo por el cual burlarse. La Tanya del lado oscuro, sin vergüenza y libre de ataduras había llegado para quedarse.
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