Strip Poker 011El cástigo de Erick
Estábamos sentados en los mismos lugares que antes. Richard en el lugar de presidente de la mesa, Chris a su lado, luego Mariana, Zabdiel, yo, Erick y a su derehca Richard otra vez.
Todos habíamos llegado a un punto de no retorno. Antes de comenzar, todos tuvimos que tomarnos tres vasos de licor para ir calentando motores, cortesía de Chris. Esto llevo a Mariana a quitarse su body suit y quedar desnuda nuevamente. Brother la siguió y dejo su exquisito pene a la vista de todos. Me daba escalofríos siquiera pensar que eso había estado dentro de mi.
Erick fue el próximo. Se desnudo en un instante y nuevamente su verga dura y fina apuntaba en mi dirección . No lo pude evitar, por mucho que ya me sintiera en una posición mucho más confiada que antes, todavía me resultaba incomodo que su verga me señalara. Aparte la vista y fue solo para encontrarme con algo mejor, el pene de Richard.
Este chico debió de haber sido un dios griego en su vida pasada. Tenía las piernas tonificadas, el pene grande, largo y erecto. El abdomen perfecto, los tatuajes muy sexys y para colmo la mirada pervertida. Junto a él Chris también había dejado al descubierto su cuerpo. Su pene estaba comenzando a ponerse duro. Lo observe por unos segundos y pude notar como a poco a poco se endurecía más.
Si me hubieran dicho que iba a ver cuatro penes en vivo y en directo esta noche me hubiera reído a carcajadas.
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Chris repartió las cartas. Pero yo no estaba concentrada. Estar en una habitación llena de gente desnuda es más difícil de lo cualquiera pueda imaginarse. La tentación de mirar pollas es demasiado fuerte y más cuando todas están tan duras y apetecibles.
Por mucho que quería mirar la de Erick me moría de miedo de que me pillara así que cada vez que mis ojos traicioneros se desviaban yo hacía mi mejor esfuerzo para apartarlos. Él estaba muy concentrado en sus cartas. De seguro tenía una buena mano.
Si no estaba mirando el paquete de Erick tenía que mirar el de Zabdiel, más que nada porque me quedaba muy cerca y segundo porque me enorgullecía saber que me metieron todo eso y salí victoriosa. Casi que quiero darle un besito y decirle gracias amiguito por ese orgasmo tan rico que tuve.
—Sis, ¿ves?—preguntó brother.
Las cartas no las veía pero de su polla si que no perdía detalle.
—No
Y me retire. Mi mano era una pareja de sietes, no está mal para el inicio pero ya solo faltaba una carta y mis esperanzas de conseguir un poker estaban enterradas. Además, Richard como siempre tenía mirada de ganador y Erick también poseía una buena mano.
Chris repartió la última carta. Los dos chicos y Mariana eran los únicos que quedaban en el juego. Ella pasó, Erick también, pero Richard se retiró. Jaja, gallina.
Solté una risita y brother me segundó. De seguro el se alegraba más que yo.
El momento de revelar las cartas llegó. Erick tenía una escalera. Muy buena mano, pensé que sería el fin para mariana hasta que la chica reveló que poseía una escalera de color.
Ella celebró con saltitos. Sus pequeñas tetas rebotaron en el aire mientras Zabdiel y Chris la aplaudían.
—Bueno bueno Erick. ¿Qué te parece si… le chupas un pezón a Sis..Tanya?
—¿Qué?—dijo el chico que se puso rojo como un tomate en un segundo.
Yo desvié la mirada hacia mis pies descalzos. No puede ser, no puede ser, no puede ser. Sabía a lo que estaba jugando, sabía que esto pasaría pero me imagine retándome con Richard no dejando que Erick me chupe las tetas.
—Quiten esas caritas. Tienen que hacer la penitencia.
Mariana reía con malicia. Creo que acababa de darse cuenta de que Erick me gustaba. Me daba miedo que quisiera usar eso en mi contra, pero luego me preocuparía por ella. Ahora la situación era la siguiente. Yo, tetas afueras, él verga dura, yo excitada, él lamer pezones. Que nerviooooos.
El corazón me comenzó a latir de prisa. Erick no sabía que hacer, nuestras miradas se cruzaron y justo en el instante en que nos vimos los dos volteamos hacia un lado. Quiero esconderme debajo de la mesa.
—Acércate Sis—dijo Zabdiel poniéndome la mano en el hombro. Nuevamente su mano fría fue como un despertador.
—No decías que estabas lista—añadió Richard.
Y trague en seco. Estaba lista para él, no para el chico que me gusta románticamente.
—Dejen a Tanya en paz. El castigo es para mi.
Erick se levanto decidido y acercó su silla a la mía. Mi respiración comenzó a acelerarse. Desvié la mirada hacia el piso. Esto es más difícil que cuando lo hizo brother. Es demasiada vergüenza. No puedo hacerlo, no puedo hacerlo, no puedo hacerlo.
Sentí su mano derecha apoyarse en mi muslo y un escalofrío me recorrió desde el cabello hasta la punta de los pies. Mi sexo traicionero comenzó a mojarse.
Nuestros ojos se encontraron otra vez. Sus ojos verdes inocentes me miraban con timidez pidiendo permiso. Asentí y luego trague en seco otra vez. Le rogué a diosito que no fuera demasiado incomodo. Erick me gusta mucho y no quería que nuestra primera interacción sexual fuera una chupada de pezón pero yo solita me metí en este lío, ahora tengo que afrontar las consecuencias.
Se acercó a mi pecho izquierdo y lo tomó suavemente. Sentí otra vez mi sexo gotear. Abrí la boca, quería decirle que se detuviera que no es necesario, que yo… bueno no estoy muy segura de lo que quiero decirle.
Vi que soltó un suspiro para luego apretar mi pecho. Me mordí el labio. Luego atrapó el pezón con sus dedos y lo estrujo con fuerza. Dolía un poquito, pero era un dolor dulce.
Volvió a cruzar su mirada con la mía. Estaba apenado, como pidiéndome disculpas, pero yo no hice ningún gesto, solo pestañee. Espero que lo haya interpretado como una señal de que todo está bien.
Acercó su boca. Inhale para prepararme para lo que venía y sentí sus lamidas suaves y cálidas alrededor de mis pezoncitos. El hormigueo en mi sexo continuaba.
Estaba siendo muy delicado, lamiendo despacito en círculos y de vez en cuando succionando un poquito. Yo estaba inmóvil, dejándome hacer y tratando de no dejar escapar gemidos.
Los pezones se me pusieron duros como rocas. El por su parte le estaba agarrando el gusto porque dejo de aferrarse a mi pierna para agarrarme la otra teta y comenzar a pellizcarme el pezón. Cuando lo hizo, su pene duro quedó contra mi muslo. El calor en mi vagina fue casi insoportable. Abrí las piernas un poco aunque mi mente no quería, mis cuerpo actuó solo y su pene casi llagó a rozar a mi sexo. Sé que él pudo sentirlo porque comenzó a lamer más deprisa y apretarme con más fuerza.
Mire hacia abajo. Solo tenía que abrir las piernas un poco más, solo un poco más y sentiría su verga en mi vagina, solo un poquito más y…
—Tiempo—dijo Mariana. Ya está bueno. Erick a tu silla.
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