Strip Poker 06 Paja entre colegas
—No estarás hablando en serio—comenté y todos me miraron confundidos.
Parece que sí que estaba hablando en serio.
—Un minuto y medio por ser paja entre colegas—dijo Richard y todos estuvieron de acuerdo. Incluso Erick.
Yo seguía en modo trance.
Chris soltó una risita y sus grandes dientes blancos brillaron. Le susurró algo al oído a Rich que no pude escuchar y luego ambos me miraron sonrientes. De seguro se estaban burlando de mi cara de shock.
Acto seguido se puso de rodillas dándome la espalda. Mariana se puso en pie para ver mejor y la imité. No me importaba que se me vieran las bragas y el culo. Lo que estaba por pasar no podía perdérmelo.
El chico apoyó ambas rodillas en el suelo y se apartó el pelo de la cara. Richard por algún extraño motivo lo miraba a él y luego a mi. No podía interpretar su mirada, no sé si era una burla o una provocación.
Luego Chris jaló de un tirón el bóxer del chico dejando su largo y venoso miembro a la vista. Me mordí el labio inconscientemente. Jamás hasta ahora había pensado en el sexo oral, pero ahora mismo Chris me daba mucha envidia. Eso sí que era una verga digna de tener en la boca.
Sin mucho preámbulo se la introdujo poco a poco y comenzó a mover los labios a todo lo largo de la carne. Richard sonreía, parecía complacido porque su pene se puso más duro que antes.
Chris por su parte parecía todo un experto en el arte de la felación . Lo hacía a un ritmo no muy rápido pero si constante y en ningún momento dejó que se le escapara de la boca. Además usaba las manos en una sincronización envidiable.
Cuando Richard por fin desvió su mirada de mi para cerrar los ojos mire a los lados aún boquiabierta. Mariana estaba hipnotizada y babeando y Erick y Zabdiel tampoco perdían detalle.
Evidentemente Chris había chupado la verga a en más de una canción porque esta maestría no se gana de un día para otro. Ahora daba lametones de arriba abajo y culminaba con besos en la puntita. Richard volvió a mirarme y volví a sentir un impulso incontrolable recorriendo mi cuerpo. Di un paso hacia delante, yo también quería probar, yo también quería chupársela.
Chris ya se la había metido entera en la boca y cuando la sacaba hacía ruidos con la saliva. Volví a dar otro paso y me detuve cuando las manos frías de Zabdiel se posaron en mi cintura. Estaba hipnotizada y su tacto fue como un despertador.
Le miré y él me miró aún con la mirada perdida. Me quedé de pie a su lado y sentí su mano posarse en una de mis nalgas. Automáticamente mis pezones se pusieron duros y sé que pudo notarlo.
Dios, el alcohol realmente nos ha nublado el juicio.
Me deje hacer y me dediqué a observar como Chris se comía todo el falo con esmero. Siempre había pensado que el sexo oral era asqueroso y ahora yo también quería la paleta de Richard.
—Tiempo—comentó Miriam y los chicos se separaron.
No puede ser. Fue muy poquito. Yo quería más. Estoy segura de que todos queríamos más.
Chris volvió a tomar asiento. Richard le susurró algo en el oído y volvieron a mirarme y a reírse. Muero por saber que les causa tanta gracia.
Yo seguía de pie, con la mano de brother aún en mi culo, sin moverse, pero ahí firme. Agradezco que haya más gente en la habitación porque se claramente que esa mano quiere ir más profundo.
Mariana tomó asiento y tuve que imitarla. Cuando volví a verla pude ver sus tetas apuntando al frente. Estaba radiante, muy a mi pesar, tenía el rostro enrojecido y se notaba que estaba muy pero que muy excitada.
Y no es la única. Mi cuerpo está tan caliente que siento que me derrito.
(88)
Seguimos jugando, pero yo ya ni me acuerdo de las combinaciones de las cartas. Tengo un cuatro y un diez y no sé por qué pienso que con eso seré capaz de ganar algo. La ronda acaba y como no, pierdo. Pero la cabeza me da vueltas. Han sido muchos tragos de licor y muchas emociones fuertes.
—Bueno bueno—dijo Mariana—parece por fin vamos a ver tus pompis. Paga prenda.
Como la odio. Tiene que referirse a mi culo como pompis porque sabe que es mucho más chiquito que el suyo.
Me pongo de pie, pero de repente todo se nubla. Siento como que me ha bajado la presión. Todo está muy oscuro, ya casi no distingo la luz de las velas.
—¿Estás bien Tanya?—preguntó Erick—no tienes buena cara.
Y tenía toda la razón del mundo, pero no iba a dejar que Mariana se burlará de mí. Me incliné para deslizar mis bragas, pero tuve una pequeña descompensación y hubiera caído al suelo si no fuera porque brother me atrapó entre sus brazos.
—Jaj lo sabía. Esto es demasiado para ella.
—Estoy bien—gruñí— de verdad estoy bien
—Dale algo para el estómago—comentó Richard—quizá solo necesite vomitar.
Que asco. No puede ser.
—Tengo algunos remedios en mi cuarto. Llévame por favor—le dije a brother que me levantó en brazos.
Mientras subíamos escalera arriba pude escuchar a Miriam regodearse.
—Sabía que nos iba a estropear la noche. Y ahora qué hacemos. Al final no pago la prenda.
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