21 Es Erick Brian
Llego a casa. Y en cuanto cierro la puerta siento como si el mundo fuera un apocalipsis y yo acabara de llegar a un refugio. Ni siquiera doy un paso, me dejo caer lentamente al suelo contra la puerta y no puedo evitar hacer otra cosa que sonreír... lo que he hecho es una cosa sin precedentes y algo de lo que jamás me creí capaz... Definitivamente la Tanya del lado oscuro existe y ella si que sabe cómo vivir la vida.
Me acuesto en el suelo y miro al techo. ¿Será que hoy es el mejor día de mi vida?
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Después de fantasear y recordar mi loca aventura con el coach del gym, decido ir a tomar un baño. Estaba más que limpia pero igual sentí que lo necesitaba. Estaba en modo hot y solo el agua fría puede calmarme y devolverme a mi centro, donde vive la chica dulce, amable y tímida.
Gracias a Dios Tanya volvió.
Abrí las ventanas de la habitación y dejé que entrara la luz clara, decidí ponerme un pulover holgado y un short de andar por casa. Eso si, ni bragas ni sujetador, estaba sola así que no tenía que andar escondiendo tanto mi cuerpo. Me recogí el pelo en un moño alto pero no muy apretado y decidí ponerme a recoger un poco. El primer piso estaba hecho un asco, pero mi cuarto no se quedaba atrás. Intenté poner música, pero mi pobre teléfono está en cinco porciento y lo quiero reservar por si acaso mi madre llama, aunque por lo que veo las vacaciones van genial y no se acuerda de mi existencia.
Entonces tuve una genial idea, mi padre, el padre biológico de Zabdiel, tiene un tocadiscos antiguo en su estudio. La verdad nunca me había interesado por el aparato primero porque para qué si existen los teléfonos móviles y segundo porque el hombre es muy quisquilloso con sus cosas y yo trato siempre de no incomodar...
...Empiezo a cuestionarme mi personalidad, ¿Será que soy demasiado tímida y sumisa? ¿Será que por eso hice lo que hice con Joel? ¿Porque tengo dos personalidades?
Bueno, ¿Cómo saberlo? Suspiro, me aparto el pelo de la cara porque el moño ya empezaba a deshacerse y bajo hacia el estudio. Había muchos discos viejos y enormes. Yo no soy mucho de escuchar música antigua, no me lo pienso mucho y me decanto por el primero, uno de un tal Frank Sinatra.
Para mi sorpresa comienza con una canción que conozco, aunque lo que conozco es una versión más moderna claro. Un remix. De cualquier forma disfruto de la música y voy medio caminando medio bailando hasta la cocina. Empezaré por ahí.
La cocina es lo que menos sucio está. Solo tengo que tirar las botellas a la basura y asegurarme de que brother la saque antes de que nuestros padres regresen. Es increíble como logramos acabar con dos botellas tan grandes y no puedo excusarme y decir que fueron Christopher y Richard porque la verdad verdadera yo bebí tanto como ellos.
Mi cuerpo se mueve al ritmo suave de la música. Y me imagino bailando en un salón lleno de luces y micrófonos antiguos, con un vestido de lentejuelas y una pluma en la cabeza. Me río cuando me doy cuenta de que mi acompañante es Erick.
Ding Dong. Suena el timbre y me alarmó. No puede ser brother, él todavía está en el gym con los chicos y a mis padres aún les quedan varios días en Hawaii. ¿Quién sería?
Me dirijo hasta la puerta. Abro con cuidado y oops, parece que lo llame con el pensamiento. Sus ojos verdes aparecen frente a mí mirándome con una sonrisa demasiado bonita. Es Erick Brian.
—Hola Tanya—me dice
—Hola Erick—respondo.
No puedo evitar verle y ruborizarme. Además de eso una sonrisa traicionera ilumina mi rostro. Si supiera que le acabo de imaginar en un traje blanco holgado con una corbata negra y un sombrero de copa guiandome hacia la pista de baile y besando la punta de mis dedos.
—¿Puedo pasar?
—Si claro, adelante.
Soy una estúpida, me quede como boba en un espacio vacío entre la realidad y mi imaginación.
—Wow, esto es un desastre.
Dice, mi fantasía se espuma y me quedo en la fría realidad. Cierro la puerta y observo el caos, los platos están en el fregadero llenos de espuma y la bolsa de la basura está abierta en medio de la sala.
—Estaba en medio de la limpieza—me llevo las manos a la punta del cabello. Estoy nerviosa.
—Siento que hayamos desordenado tanto.
—Pues sí. No entiendo como pasó todo esto.
Quizá mientras estaba demasiado ocupada viendole sus vergas duras.
—Lo siento mucho, pero si quieres puedo echarte una mano. ¿Es ese Frank Sinatra?
Me asombro al ver que conoce al cantante. Le digo que sí y veo como me sonríe. No esperó mi permiso para ayudar, caminó hasta el centro del salón y comenzó a recoger los cojines del piso mientras chasqueaba los dedos al ritmo de la música. Verle me dio tanta alegría que me dispuse a cerrar la puerta e imitarlo.
Recuperé mi labor de fregar los platos y moví los hombros al mismo tiempo que él aplaudía. Nos miramos y sonreímos. Erick me gusta tanto que creo que me va arrasar una tormenta de felicidad. Pero aún así, se nota la tensión que hay entre ambos, solo nos miramos el uno al otro sonrojados y conteniendo las ganas de reírnos. No hablamos casi nada, que tema de conversación vamos a encontrar si estamos demasiado nerviosos para abrir la boca.
—Erick, ¿desde cuando conoces a brother?
Pregunté de la nada. ¿Por qué pregunte eso? Estoy tan nerviosa que no pienso.
—Hace tiempo—me dijo—Zabdi fue el que se aproximó a mi cuando me pilló...—y se llevó las manos a la nuca nervioso.
—¿Te pilló haciendo qué?
—Ehm... hablando de ti.
Mis ojos se abrieron como platos. jamás me imaginé siendo el tema de ninguna conversación.
—¿En serio?
—Sip—dijo y pude notar la vergüenza en sus ojos. Es tan tierno. Me encanta.
—¿Y qué estabas diciendo sobre mi?
—Lo inteligente que eres.
Mi sonrisa desapareció. Por algún motivo eso me decepcionó. Lo inteligente que soy es algo tan trivial como que mi pelo es de color negro. Además es mentira, no es que no sea inteligente, pero estoy lejos de ser perfecta.
—Ya veo—digo y desvío la mirada hacia otro lado.
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