22 Me da verguenza
Me quedé en silencio como si me hubiera mordido la lengua el gato. No sé porque pienso que él puede llegar a sentir algo parecido a lo que siento yo. No sé siquiera porque espero algo de un hombre. La garganta ha comenzado a picarme y las mejillas me arden. No puedo creer que vaya a hacerme llorar.
Terminé en la cocina. Está toda brillante y reluciente, como mi madre hubiera esperado de mi. Volteo y veo que también ha terminado de recoger la mesa. Ahora solo queda barrer el suelo y organizar los cojines del sofá. Es cierto eso de que dos manos trabajan mejor que una, a mi me hubiera tomado años completar todo sola.
Fui en busca de la escoba, pude notar su mirada sobre mi, pero ya no era lo mismo de antes. La lucecita que vive en mí y que brilla cada vez que le ve se había apagado. ÉL seguía moviéndose al ritmo de la música, pero yo no, yo parecía una estaca sería con la cara más seria que alguien jamás hubiera visto en su vida.
—¿Estás bien Tanya?
Estis bien Tinyi. Te parece a ti que estoy bien.
—Si, ¿Por qué preguntas?
—Es solo que... mmm... ¿Quieres bailar?
Eso me tomó por sorpresa. Mi cuerpo se quedó estático, estaba procesando su petición. Será que mi fantasía...
—No sé bailar.
Mi bocota se movió sola y de tantas cosas que podía haber dicho escogió decir la más pura verdad.
—Ni yo—dijo y estiró una de sus manos.
Mi mente no sabía si aceptarla o no y mis piernas no se movían. Ahora mismo no hay diferencia entre yo y una piedra.
Por suerte él no aceptaría un no como respuesta. Dio unos pocos pasos y me cogió las manos con ternura, pude notar sus mejillas casi tan sonrojadas como las mías y sus manos un poco temblorosas.
De la nada comenzó a moverse de adelante hacia atrás al ritmo lento pero pegajoso, mis piernas empezaron a responder y él soltó una carcajada en cuanto di el primer paso. Me invadió tanta vergüenza que tuve que apartarme.
Me aleje de él con el corazón latiendo a mil por hora y el cuerpo entero temblando. No lo entiendo. ¿Cuál es su plan? ¿Burlarse de mí?
Le di la espalda, no quería ver su sonrisa, ni su cara de confusión, ni cualquier expresión que tuviera en su rostro. La música movida cambió y comenzó a sonar una más lenta. Te agradezco Frank sinatra donde quiera que estes.
—Tanya—me puso una mano en el hombro. Escalofríos recorrieron mi cuerpo una y otra vez en un segundo.
—Me da vergüenza—le dije—no sé cómo hacerlo.
Decir que me da verguenza es algo estúpido, teniendo en cuanta que ayer no parecía que me diera ninguna verguenza verle el pene.
—Intentemos esto.
¿Esto que? No sé a qué se refería y no hay forma de que yo me voltee a verlo porque estoy demasiado apenada. Entonces sentí como poco a poco algo me tapaba los ojos. Un pañuelo, que olía a perfume masculino.
La tela caía sobre mis ojos y me cubría la vista y desde atrás podía sentir sus manos atándolo con delicadeza. Sonreí, creo que esto puede funcionar.
Una vez el pañuelo estuvo bien atado me fue dando la vuelta poco a poco tocando mis hombros con la punta de los dedos. Cuando estuve frente a él sentí sus manos entrelazándose con las mías y casi que doy un gritito como emoción. Quiero gritar y saltar, pero al mismo tiempo quiero correr a esconderme.
Me abrazo contra su cuerpo y pude notar que él llevaba el mismo perfume que el pañuelo. Mi mente se fue a mis fantasías, ahora estábamos en el salón de luces tenues bailando bajo un chandelier y sobre una alfombra roja y redonda. Sus manos se aferraban a mis caderas con cariño y nuestros pies se movían al unísono a tiempo con la canción. No tenía que verle para saber que estaba sonriendo y eso me hacía sentir muy feliz.
De la nada una de sus manos me soltó y se dirigió a mi rostro. Recorrió mi mejilla con suavidad y yo respondí con una sonrisa. Poco a poco fue deslizando el pañuelo hacia abajo, no muy lento, pero tampoco lo suficientemente rápido para incomodarme. Cuando mis ojos estuvieron ya libres lo primero que vi fueron los suyos. Esos ojos verdes mirandome directamente, bien abiertos y analizandome con cuidado.
Su mano bajó hasta mi barbilla y me obligaron a mirar hacia arriba. Luego sus labios bajaron y cerré los ojos esperando el momento preciso en que sus labios hicieron contacto con los míos.
Mi boca se abrió para recibirle y su lengua se abrió paso entre mis labios. Yo le besaba con delicadeza infinita pero su beso tenía intenciones ocultas y una mano que se afincó a la parte baja de mi espalda me lo comprobaba.
Levanté las manos y las enredé alrededor de su cuello mientras él ya sin tapujos me agarró ambas nalgas.
Deje escapar un suspiro y deje que sus manos amasaran y pellizcaran mi trasero. Sus labios dejaron libre a los míos para posarse en mi cuello. Me encantaba, la sensación de sus labios contra mi piel y el tacto firme pero vigoroso de sus manos.
Me hubiera quedado así para siempre si no hubiera tenido la genial idea de agarrarme del pelo. Me miró directo a los ojos y con la mano derecha me agarró del moño alto y me obligó a bajar lentamente por su abdomen hasta quedarme de rodillas en el suelo.
Mi corazón que ya de por si latía deprisa se aceleró aún más. Le tenía frente a mí, tan alto y expectante, con la mirada perversa como la de anoche y esperando una reacción mía. Esperando a que comenzara mi trabajo de chuparle la polla.
Trague en seco. Solo tenía que acercarme y sacar su pene del pantalón, luego agarrarlo fuerte y meterlo en la boca. No es complicado, vi como Christpher se lo hacía a Richard y vi lo bien que ambos lo pasaron. Solo tengo que estirar las manos y liberar su verga del pantalón solo tengo que hacer eso.
Los brazos me tiemblan y los ojos me dan vueltas. Es un proceso sencillo, Sólo tengo que...
—¿A qué viniste Erick?
—¿Qué?
—¿A qué viniste realmente? Me estabas ayudando a limpiar pero... ¿A qué viniste realmente?
—¿Qué importa eso ahora?
—¡Dime!
—A buscar mi teléfono, lo dejé aquí y encontré un cargador portátil en casa por qué preg...
—Deberías ir a por él—dije y me puse de pie, temblando y con los latidos aún a mil por hora.
—¿Tanya qué pasa?
—Tú teléfono, ¿lo has encontrado?
—Si pero...
—¡Vete!
—¿Por qué? Si estás incómoda...
—¡Que te vayas dije!
Grité más alto de lo normal y pude ver la sorpresa en sus ojos. Siento que me voy a desmayar de la presión que tengo en el pecho. Sus ojos parece que se le van a salir de las cuencas y se le nota que está sorprendidisimo.
—Erick, no me hagas repetirlo más. ¡Vete!
Me volteé y apreté los puños.Él no dijo nada más, solo escuché sus pasos y luego la puerta cerrarse.
Después del portazo me dejé caer al suelo aún con la respiración entrecortada y confundida. ¿Qué me ha pasado? ¿Por qué he reaccionado así?
¿Por qué pude acostarme con un extraño en el gym pero no chuparle la verga a Erick?
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