23 Dudas
Dieron las seis de la tarde y yo seguía en shock. Limpié lo que quedaba en la sala y volví a repasar mi habitación. Después hice lo impensable y busqué un libro que leer. Alcance un random de los que tiene papá en el estudio. Sé que no le va a gustar que haya estado husmeando entre sus cosas pero no tenía otra alternativa, sin luz y sin nadie en casa estoy que me muero del aburrimiento.
Y si me muero del aburrimiento no puedo evitar recordar lo que pasó con Erick y lo embarazosa que fue la situación. De hecho pienso en su cara de confundido y me dan ganas de vomitar. ¿Por qué tuve que gritarle? ¿Por qué no pude simplemente chuparle la verga y ya?
Me golpeo la cabeza. Realmente no entiendo que me está pasando, y para colmo tengo una sensación rara entre las piernaas, no es dolor pero tampoco sé si son ganas de sexo. Me siento de lo más rara, por momentos quiero ser toda una puta y por otros solo quiero ser yo y volver a mi mundo sencillo. De verdad, doy un grito y escondo la cabeza bajo el libro aburridísimo. Si hubiera sabido todo lo que traería consigo perder la virginidad me hubiera preparado mejor. Porque ahrg... soy estúpida.
Por esto me molesta que Erick haya dicho lo inteligente que soy. Vamos... yo he notado cosas en él que ni siquiera él mismo conoce, como su sonrisa o esos hoyuelos preciosos que se forman en la comisura de sus labios cuando sonríe, la forma en que se sonroja o como se abren sus ojos como platos cuando se sorprenden. Pero él se fijó en mi intelecto... ¿En serio? Si ni siquiera he pasado de la página veinte del libro. SI yo fuera inteligente me lo hubiera devorado como pan caliente. Mi inteligencia...mi almuerzo.
Mi cabeza está que hecha humos y por más que trato de olvidar la vergüenza que pase lo único que hago es ponerme peor. Ya solo me queda por intentar lo último... tomar un baño. Creo que voy a ser la persona más limpia del mundo. Pero no me molesta si con eso consigo olvidar el numerito que hice en frente de Erick.
(88)
El agua fría corre por mi piel. Ya no suena Frank Sinatra y el silencio reina en mi habitación. Solo estoy yo con mis pensamientos y eso me da mas miedo que otra cosa porque no logro ordenarlos. Una parte de mi quiere pensar que todo lo que ha pasado en estas últimas veinticuatro horas fue un sueño y la otra quiere continuar haciendo más cochinadas. Sé que si escucho a la segunda parte voy a perderme para siempre y voy a ser la vergüenza de mamá. De hecho, ya estoy perdida. Desde el momento en que accedí a tener la polla de brother dentro de mi arruiné mi vida.
Esta contradicción me está matando. ¿Fue lo mejor o fue lo peor que me pasó? ¿Por qué dudo tanto? ¿Por qué tengo que ser así?
Se me hace un nudo en la garganta y las lágrimas comienzan a salir de mi rostro. Golpeo la pared. Siento una rabia enorme contra mi misma.
Sis ya estoy en casa. Sis dónde estás. Sis voy a buscarte.
Escucho la voz de brother, pero las lágrimas no han dejado de salir. Estoy segura de que para él esto no es nada. Seguramente él nunca se ha paralizdo a punto de chuparle la concha a Mariana y seguramente no le preocupa lo que piense ni mamá ni papá de nosotros. Seguramente él ni repara en lo que significa haber tenido relaciones sexuales incestuosas. Seguralmente él ni...
—¿Sis, por qué lloras?
Mierda cómo ha llegado hasta aquí. No debería de haber dejado la puerta del baño abierta.
Mi primera reacción es taparme el cuerpo con las manos y ahí reconozco que ha ganado la Tanya niña buena. Por eso me echo a llorar, porque ya hemos llegado al punto en el que se cuela en el baño mientras me ducho. Esto es una puta locura.
—Esperame fuera por favor saldré en un momento.
—¿Pero qué te pasa?
—¡Que me esperes afuera dije!—le grito.
Pensé que la cosa era solo con Erick, pero ya veo que no. Soy yo. No me sorprende, el problema soy yo. No estoy hecha para esto, no puedo seguirle el ritmo descuidado y sexual de ellos.
Yo quiero una vida rosa pastel, en la que me enamoro y siento mariposas en el estómago. No una en la que me desvirga mi hermano y dejo que todos me toqueteen las tetas jugando al strip poker.
Bien, suspiro. Ya sé lo que tengo que hacer. Salir de la ducha y decirle con toda la dignidad del mundo que no quiero entrar a su mundo. Que la noche de ayer debe quedar en el olvido para siempre.
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