Había salido del trabajo exhausta. Eran alrededor de las seis de la tarde, ya empezaba a oscurecer y mi mal humor aumentaba cuando el estúpido de mi jefe me dijo que debía ir a trabajar al día siguiente, sábado.
Esperé el bus en la misma parada de siempre, obstinada de mi existencia. Al llegar, resoplé al ver que venía cargado hasta el tope. Con mucho esfuerzo me subí y me acomodé en medio del pasillo, sosteniéndome con una mano del manubrio sobre mi cabeza.
Estaba apretujada por detrás y por delante, agotada por llegar a casa lo más pronto posible.
Luego de varios minutos de viaje y mientras estaba concentrada en mi teléfono, el bus frenó de golpe y fui impulsada hacia atrás con fuerza. Sentí un bulto sobre mis nalgas y me giré a ver con qué había tropezado. Detrás de mi y con cara de yo no fui estaba un chico moreno, un poco más alto que yo. Llevaba una camisa blanca ajustada al cuerpo, que no dejaba nada que desear. Miré hacia su cintura de reojo y vi aquel paquete con el que me había tropezado. Carraspeé luego de que el chico se disculpara y volví mi vista al frente.
Con cada movimiento del bus movía mi cadera hacia atrás, ansiosa de seguir sintiendo aquello. Sentía que el moreno apretaba su cadera hacia mi y empecé a hacer movimientos circulares disimulando con el movimiento del transporte.
Me había excitado demasiado, la amargura se esfumó y sin poder aguantar más, cuando el bus se detuvo una cuadra antes de mi casa, me dirigí a la puerta y le hice una seña disimulada al chico.
Bajé y me dirigí a una estación de servicio que estaba cerca, sin saber si el moreno me había seguido. Para mi sorpresa, cuando crucé al área de los sanitarios, lo vi detrás de mi con una sonrisa pícara en el rostro. Para entonces ya estaba súper mojada, sentía los jugos atravesar mi pantalón.
El chico cerró la puerta detrás de él y, con un deseo inexplicable le toqué el paquete sobre el pantalón, lo apreté y me mordí los labios con lujuria.
Él me tomó por las nalgas y me apretó hacia él oprimiendo su paquete contra mi pubis. Me prendí mil y le solté el botón del pantalón. Él se bajó el jean y el bóxer y su miembro salió como un resorte, erecto y fijo hacia mí.
Me agaché y lo llevé a mi boca de inmediato. Empecé a chupar como una posesa, lo lamía y saboreaba a mi gusto. Él me agarraba de la cabeza y me empujaba a su ritmo.
- Me voy a acabar – dijo con la voz entrecortada.
- Todavía no – le pedí.
Me puse de pie y me relamí los labios mirándolo.
- Quiero que me la metas – le supliqué con su miembro en mi mano.
Él me tomó de la cintura y me apoyó del mesón del lavamanos. Me desabroché el pantalón con rapidez y lo bajé hasta por debajo de mis nalgas.
- ¿Te lo han metido por detrás? – me preguntó dando pequeños golpes con su miembro en mis nalgas, eso me volvió loca.
- Aun no – le dije con un gemido sordo.
El chico pasó la punta de su miembro entre mis nalgas, estaba caliente y, como una perra en celo, movía mis caderas hacia atrás, deseándolo dentro.
- Métemela ya – le supliqué.
Gemí cuando empezó a introducirlo dentro de mí.
- Así – dije – ah – gemí cuando la metió más profundo.
- ¿Te gusta? – me preguntó mientras me apretaba las nalgas, yo asentí sosteniéndome del mesón con fuerza - ¿quieres más?
- s-sí – le respondí – quiero más.
El moreno empezó a penetrarme con más rapidez, la metía y la sacaba con movimientos rápidos y yo gemía como nunca.
- más, más – gemía – rico, más rápido.
Me agarró el cabello y me embistió con más fuerza.
- uff, más, más, así, quiero más.
- pídeme más, pide que te de más duro – gimió en mi oído.
- dame m-más duro – la voz ya casi no salía de mi garganta – me voy a correr – le dije – dame más.
Empezó a darme más gimiendo con más fuerza – sí, sí – decía.
- ahhhh – grité – rico – él me seguía dando.
- s-sí ah ah ah – sentí su líquido caliente dentro y luego sacó su miembro de mí.
Pero yo aún tenía ganas de más. Lo agarré entre mis manos y lo acaricié mientras se recomponía.
- quiero que me cojas – le dije al oído, el suspiró con fuerza. Yo seguía masajeando su miembro hasta que volvió a endurecerse.
Terminó de quitarme el pantalón y la ropa interior. Se agachó y con sus dedos separó los pliegues y tocó mi clítoris.
- ahh sí – acerqué su boca a mi pubis y empezó a lamer de abajo hacia arriba, eché mi cabeza hacia atrás, apoyándome dl mesón y presioné su cara contra mi vulva – eso papito, cómetela toda – no aguanté mucho y me corrí en su cara.
Tenía el mentón brilloso de mis jugos y se puso de pie, cuando estaba a punto de empotrarme contra el mesón tocaron a la puerta.
Maldije por lo bajo y nos vestimos, no sin antes dejarnos nuestros números para otro encuentro, porque eso no había terminado.
Richard en el bus parte 2
Caminé rápido hasta mi edificio, todavía con los muslos llenos de mis fluidos y los de él. Subí al tercer piso, saludé a Julián, un muchacho rubio con el que compartía el apartamento para aminorar los gastos.
- Hola Alicia – me saludó - ¿qué tal el trabajo? – preguntó mientras veía la televisión.
- Bien, todo bien – le contesté entrando como un rayo a mi habitación.
Me acosté, quitándome el jean y la camisa, aun excitadísima. Eso era nuevo para mí, con mi ex novio nunca había tenido esas ganas insaciables de sexo. Y ahí me encontraba, luego de haber estado con un desconocido, a punto de masturbarme. Cerré los ojos pensando en el moreno, que ni siquiera su nombre sabía y eso me dio más morbo.
Deslicé dos dedos alrededor de mi clítoris y apreté mientras gemía. Seguí bajando con facilidad gracias a lo mojada que estaba e introduje un dedo primero. Me mordí los labios imaginando que era el miembro jugoso de aquel muchacho. Estaba loca perdida, tenía que llamarlo inmediatamente.
Con los dedos mojados marqué su número y esperé que me contestara.
- No creí que ibas a llamarme tan pronto – dijo con una risita.
- Necesito que me toques ya – le dije sin reconocerme – tengo dos dedos dentro de mí y no sabes cuánto deseo que seas tú.
- Dame tu dirección – le expliqué rápidamente donde quedaba el edificio y luego de diez minutos tocaron el timbre.
Julián abrió la puerta y lo miró confundido. El moreno que tampoco sabía mi nombre solo preguntó por la chica que vivía allí. Sonreí para mis adentros y me puse un short que dejaba ver parte de mis nalgas.
Salí a recibirlo junto a la mirada confundida de Julián.
- Hola – lo saludé inocentemente – Julián, te presento a un amigo – el moreno le tendió la mano con educación.
- Richard, un gusto – le dijo.
Julián le respondió con un seco igual y se metió a su habitación – estaré viendo películas por si necesitas algo – me dijo antes de irse. Asentí y esperé a que se fuera.
- Soy Alicia, por cierto – le susurré al oído a Richard mientras lo halaba de la camiseta y lo dirigía a mi habitación.
Apenas cerré la puerta, de inmediato sus manos se posaron en mis caderas, por debajo de mi camisa y subieron hasta mis pechos, me los apretó con delicadeza a la vez que daba pequeños mordiscos en mi cuello. A esas alturas ya empezaba a gemir, sosteniéndome de su cuello.
Me quitó la camisa y el brasier, me acomodó en la cama y empezó a lamer y a besar mis pezones. Le daba pequeños mordiscos que hacían que me sobresaltara. Acomodó su cuerpo sobre el mío y por instinto movía mi cadera con la de él. Richard presionaba su miembro, que ya se sentía duro a través del pantalón y daba pequeñas embestidas suaves que me enloquecían.
Con su rostro aun en mis pechos, llevé mis manos hacia el botón de su pantalón y lo solté, él seguía embistiendo. Bajé la cremallera y metí mi mano para sentir su miembro ya caliente y ansioso. Gemí más fuerte cuando se lo saqué del bóxer y empecé a masturbarlo. Él seguía moviéndose sobre mí, pero me detuvo con una sonrisa pícara.
- No me hagas acabar tan rápido – sentí un cosquilleo en el vientre increíble.
Se puso de rodillas sobre la cama, dejando caer sus zapatos al suelo y luego quitándose el pantalón. Su miembro aún se asomaba por el bóxer y yo me relamía los labios mirándolo. Él se dio cuenta y sonrió agarrándolo con su mano.
- ¿Lo quieres? – me preguntó. Yo asentí mordiéndome los labios sin dejar de verlo, como lo agitaba y lo movía de un lado a otro - ¿dónde lo quieres? – me preguntó.
Lo miré a los ojos y me fui rápido hacia él, como una posesa. Me lo llevé a la boca por segunda vez esa noche. Empecé a chupar con suavidad y luego un poco más rápido.
- ah ah – gemía – espera – dijo separándose de mí – quiero entrar aquí – con sus dedos tocó la entrada de mi vagina y de inmediato me abrí de piernas.
Él se lanzó sobre mí, besándome y mordiéndome el cuello y los hombros. Sentí como acomodaba su miembro en mi entrada.
- s-sí – gemí – métemela ya, ya – le supliqué.
Él seguía jugando con su miembro en mi clítoris y sonreía con picardía - ¿quieres que te la meta? – me preguntó al oído, erizándome la piel.
- sí, p-por favor – mis caderas se movían con deseo.
Con una suavidad dolorosa me la metió. Despacio, sentí como mi cuerpo se amoldaba a él, tan caliente y duro.
- uff – resopló en mi oído - ¿te gusta?
- s-sí, mucho – para ese entonces mis gemidos eran más audibles. No dudaba que Julián estuviera escuchando, sobretodo porque el sonido de la televisión había cesado hacía un par de minutos antes.
Richard empezó a embestirme, haciendo rechinar la cama. Su vientre chocaba con el mío con cada embestida y gemía con fuerza.
- más, más – le pedía.
Aceleró las embestidas, volviéndolas cortas y fuertes. Sentía que iba a estallar. Él resoplaba y echaba su cabeza hacia atrás con los ojos cerrados.
- ¡AH! ¡ah! – gritó mientras volvía más pausadas sus embestidas.
Me la metía despacio pero con dureza, yo sentía que tocaba el cielo.
- no pares, así ah ah – decía en voz alta, sin vergüenza de que los vecinos me escucharan – me corro, me corro.
Richard embistió un par de veces más hasta que llegué al orgasmo con un pequeño grito y unos cuantos aruños en su espalda.
- por dios – le dije – coges riquísimo – el rio mientras sacaba su miembro de mí, dejándome vacía y, al mismo tiempo, llena de semen.
- tenemos que repetirlo – me dijo mientras intentaba calmar su respiración.
- definitivamente – le dije acariciando su miembro ya flácido sobre su vientre.
FIN
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