Don Kim 김돈
Hola. Mi nombre es Lucy y soy la más pequeña de una familia de tres hermanas. Mi hermana mayor ya trabaja y la del medio está en segundo año de preparatoria.
A mis hermanas nunca les gusta que vaya con ellas porque yo todavía sigo con mentalidad infantil, por eso tengo mi propio grupo de amigas con las que voy y vengo del colegio todos los días.
Como a tres cuadras de mi apartamento está la casa de Kim Namjoon. Namjoon es uno de los tipos más exitosos de todo el pueblo. Mis hermanas suspiran por él, porque es mayor, tiene estilo y mucho dinero. Pero a mi siempre me ha parecido un tipo algo creepy y raro.
Siempre que pasamos por delante de su casa él está sentado con su café y leyendo el periodico en una silla blanca. Mis amigas tampoco le muestran mucha atención y eso me gusta. Pero yo no pude evitar preguntarme que le veían mis hermanas y en par de ocasiones le mire por encima del hombro sólo para descubrir que él también me estaba mirando de una forma rara.
Me pasó dos veces empezó a darme asquito. Ya no lo miro más, de hecho trato de concentrarme en la conversación con mis amigas cada vez q pasamos frente a su casa. No me gusta ese viejo, tiene algo que no cuadra.
Leslie, una de mis mejores amigas dijo que a ella también le habían parecido raras sus miradas y entonces comprendí que era un pervertido. Leslie es una chica muy linda, con el pelo negro, las mejillas rosaditas y los pechos pequeños. De mi grupo de amigas las que más resaltamos somos ella y yo Ella por su belleza y yo por mi cabello rojo.
Estaba acostada descansando cuando recibí un mensaje suyo indicando que fuera a visitarla. No me dijo para qué y cuando se lo pregunté me dejó en visto. Así que no tengo otra opción. Ni siquiera me cambio, meto los pies dentro de las chancletas y salgo caminando hacia su casa.
Mientras camino como siempre me encuentro con miradas pervertidas por parte de los hombres. Sé que estoy más desarrollada que las demás niñas de mi edad y lo odio porque siempre tengo que ser víctimas de frases como Adiós muñeca, que hermosas estás mi amor, que ricas piernas y cosas asi.
Pase frente a casa de Namjoon. Estaba fuera como siempre, pero al contrario de las demás veces hoy decidió hablarme.
—Hola Lucy buenos días muñequita. ¿Puedes venir? Me gustaría pedirte un favor.
—Claro... ehm... Don... Namjoon... Kim Namjoon ¿Qué se le ofrece?
Me acerqué a él. Teniéndolo de cerca me inspiraba más respeto que de lejos. Era un hombre muy alto y elegante. Quizá me equivoqué al juzgarlo.
—Verás mi niña es que le compré un vestido a mi hermanita pequeña y quiero saber si le queda. ¿Te lo podrías probar un poco para mí? Quiero ver como queda puesto para sí no devolverlo.
—Claro Don Kim. ¿Dónde está el vestido?
Me dijo que estaba dentro y con un galante gesto me indicó que lo siguiera. Entré detrás de él fascinada por el estilo moderno de su casa. Se notaba de lejos que ahí vivía una persona rica.
Me dijo que entrara en el cuarto de baño y que él traería el vestido enseguida y así fue. Cerré la puerta y me quité la camiseta para luego examinar el vestido. Así a primera impresión creo que no me va a quedar.
—No sé si me va a quedar Don kim—grité desde dentro.
Pero él insistió en que su hermanita y yo teníamos siluetas muy parecidas y estaba buscando una comparación justa. Aunque si bien no recuerdo esa chica es mucho mayor que yo.
Bueno, me resigne y me lo puse. El vestido era del mismo color de mi cabello. Una vez lo tuve puesto comprobé lo que me temía. Estaba muy corto y apenas tapaba mis nalguitas o mis pechos. Me sentí un poco mal por mi misma. El vestido era hermoso y mi estúpido cuerpo desarrollado era quien lo arruinaba.
Abrí un poquito la puerta, asomé la cabeza y le dije que no me había quedado.
—A ver muñequita. Déjame verte bien.
—No—dije escondiendome detrás de la puerta— Es que... esto bueno. No me cubre muy bien. Me lo voy a quitar.
No podía dejar que me viera o se daría cuenta de que traigo una tanga puesta. Cerré la puerta, me lo quité y me agaché para ponerme mi short, pero la puerta se abrió tras de mí. Di un grito y mi primera reacción fue taparme los pechos con el propio vestido y tapar con mis manos mi triangulito.
—Don Kim por favor salga.
Pero él hizo un gesto con las manos indicandome que me tranquilizara y comenzó a decirme cosas, que tenía muy bonito cuerpo y muy bonitas tetas. Que llevaba tiempo sin ver unas buenas tetas como las mías y le gustaría tocármelas.
—Anda mijita por favor. Solo déjame verlas y te vas.
Las manos me estaban temblando y no sabía muy bien qué hacer. Lo miré a los ojos y él asintió dedicándome una sonrisa amable. Pensé que no sería mucho así que me deje convencer y baje un poco la tela del vestido hasta que se quedó a la altura del abdomen dejando a la vista todo mi pecho.
—Mmm que bonitas y que redonditas.
—Ya las vió ahora por favor déjeme ir.
—Espera muñequita. Déjame ver también tus pezones.
—No, ya fue suficiente. Me tengo que ir.
—Anda mijita, solo quiero ver de qué color son.
Las mejillas me empezaron a picar y asentí. Con cuidado saqué una de mis tetas de dentro del sujetador blanco.
—Uy está hermoso y rosita. Justo como me lo imagine. ¿Me dejas tocarlos un poco y ya te vas?
—Está bien, pero me tiene que dejar ir.
—Claro que sí muñequita.
Di un paso hacia él y sentí como acercaba su mano áspera a mi pecho. Lo apretó y luego pellizcó los pezones tan duro que me hizo saltar de dolor y una lágrima escapó de mis ojos.
—Ay
—Perdón mijita, fue la emoción.
Di un paso hacia atrás.
—Bueno ya dejeme ir
—Solo una vez más y ya.
—Está bien, pero no apriete mi pezón que me duele.
El asintió y se acercó tan rápido que no advertí que esta vez fue su cara la se puso en frente mis pechos. Lo olío y luego se metió un pezón en la boca.
Volví a gritar, e intenté liberarme pero no podía. Comenzó a chupar mi pezón y con la otra mano sacó mi otro pecho del sujetador y comenzó a amasarlo.
—Suélteme por favor. Me está haciendo daño.
Pero él no me escuchaba. Solo apretaba mi pezón izquierdo con fuerza y pasaba la lengua delicadamente sobre el derecho.
Aunque estuviera llorando y en pánico, mi cuerpo traicionero comenzó a reaccionar a sus estímulos. Pude notar una sensación de humedad entre mis piernas como la que sentía cuando jugaba a darme besitos con los varones de mi curso pero mejor.
Entonces su mano apretó mi pecho con fuerza y su boca se apoderó de todo mi pezón para darle una mordida. Mi espalda se inclinó hacia atrás y solté un aaaaaah muy fuerte. Enseguida me tape la boca. Este tipo viejo me está chupando las tetas y me está gustando. ¿Qué pasa conmigo?
Derrepente dejo de chupar para reírse y mirarme. Mis ojos nublados por las lágrimas se encontraron con los suyos, él me señaló mis tetas y las mire. Tenía ambos pezones rojos y el derecho cubierto de saliva.
—¿Te gustó?
Negué con la cabeza y miré al techo. ¿Cuándo voy a salir de aquí?
Mientras yo estaba en shock el desabrochó mi brazier y me manoseo ambas tetas, dándoles palmaditas y haciéndolas rebotar en frente de su cara. Su sonrisa de lado a lado me daba miedo.
A los pocos segundos bajo su mano hasta mi entrepierna, apartó a un lado la tela de mi tanguita y deslizó su dedo dentro de mi sin permiso alguno. Ni siquiera le fue difícil porque mi humedad permitió que el dedo entrara completo.
Volví a soltar otro gemido. Era la primera vez que alguien ponía un dedo dentro de mi.
—Vaya vaya, pero si eres una putita bien caliente. Ya estás toda mojadita.
Metió más el dedo y deje escapar otro aaaah.
—Mira como te dejas tocar por alguien mucho más mayor que tú.
—Ya déjeme ir por favor. Ya fue suficiente.
—Pero Lucy muñequita como te voy a dejar irte si esto acaba de empezar.
yo le estaba diciendo que no, que ya estaba bien cuando se abalanzó a chupar mis tetas con más furia que antes. Sus lamidas eran consistentes y hacían que los pezones se me endurecieran. No puede evitar volver a gemir aaaaaaah y a taparme la boca.
—No tengas vergüenza mi niña. Déjame saber que te gusta.
Con la mano que tenía libre sujetó la mía y la apartó de mis labios. Con la otra comenzó su trabajo de dedearme. Su dedo comenzó a entrar y salir dentro de mí rápidamente. Que rico se sentía.
—Que mojadita estás mi niña. ¿Quieres que siga?
Me miró y yo tuve que asentir.
—Dimelo muñequita. Dime que siga.
Su mirada sostenía la mía, pero su mano se movía por si misma y otro dedo se deslizó dentro de mi. Solté un grito y abrí las piernas. Nunca había sentido algo como esto.
—Dimelo mi niña. Dime que estás caliente.
Sus dos dedos comenzaron a penetrarme y un tercero pasó a hacerme presión en el clítoris. No lo pude aguantar.
—Si Dom Kim siga por favor siga no pare.
En efecto, siguió metiéndome los dedos con esmero y chupandome las tetas mientras yo ya poseída gemía en voz alta y le indicaba cuánto me gustaba que se aprovechara de mi cuerpo.
Se arrodilló sin dejar de follarme con los dedos, yo solo miraba al techo dejando escapar gemidos. Me estaba dedeando tan rico que no podía ni pensar.
Lo próximo que sentí fue su lengua por toda mi vagina mojada. Alce la espalda. Me quise mover hacia todos lados pero sus manos me obligaron a quedarme quieta.
—¿Se siente rico mi niña?
le dije que sí y deje que siguiera lamiendo, deslizando su lengua por toda mi vagina llegando hasta mi ano y llenándolo de saliva. Su lengua se metió dentro de mis piernas como habían hecho sus dedos.
—Si que rico se siente don Kim por favor siga siga.
—Me vas a dejar que haga contigo lo que quiera putita.
—Si Don Kim hágame lo que quiera pero por favor no pare de chuparme.
Su lengua siguió haciendo su trabajo y sus dedos se aventuraron hacia un lugar que jamás imaginé. Empezó a meter un dedo en mi ano y eso me hizo revolverrme en el lugar. Pero no pude escapar porque su otra mano me obligaba a mantenerme quieta.
Los pazones de su lengua en mi clítoris hicieron maravillas, tanto que no me di ni cuenta de que ya tenía dos deditos enteros en mi ano.
Sacó la lengua de entre mis piernas y se paró, pero enseguida me coló dos dedos. Ahora tenía cuatro de sus dedos adentro de mi. Dos en mi vagina y dos en mi culito entrando y saliendo penetrandome rico.
—Que rico Don Kim que ricoooo
—Date la vuelta putita—dijo y sacó todos sus dedosi.
—pero... pero Don Kim
—Date la vuelta o no vuelvo a tocarte.
Hice caso, mi valgina palpitaba y podía sentir mi culito raro. Me di la vuelta y apoyé las manos sobre el lavamanos.
—Ahora si mi niña, estás lista para convertirte en mi puta. Esto te dolerá un poco pero te gustará.
Me alarmé. Yo aún soy virgen... no estará hablando de follarme. No puede ser no puede ser. Me van a meter un pene por primera vez.
Por mucho que estuviera preocupada no hice nada, me quedé quieta en el lugar y escuché como se escupía la mano. Luego sentí esos dedos mojados en mi ano otra vez. Deje escapar otro gemido.
— Te lo vas a comer todo putita. Ahora si vas hacer mi perrita, mi putita, tu sola me pedirás más.
Y empezó a meter la cabeza de su pene en mi ano. En cuanto sentía la carne abriéndose paso grité.
—No no no. Don Kim por favor pare. Me duele.
— Espera putita ahorita pedirás más.
Sus dedos volvieron a colarse en mi vagina y eso hizo que volviera a gemir. Con ellos comenzó un mete y saca exquisito. Creo que acabo de volverme adicta a que me dedeen. Sus labios se posaron en mi cuerpo y poco a poco el dolor se fue disipando y le dio paso a aún más placer.
—Si. Si. Que rico si.
Podía sentir mi culo abierto y también como su pene entero salía y entraba. Sus dedos también se apoderaban de todo mi sexo. Nunca me había sentido tan llena en mi vida.
—Siga don Kim, siga quiero más. Esto me está gustando, no dejes de dedearme, ahora soy tu puta. ¿Qué se siente tener una puta de mi edad?
Sus embestidas se aceleraron y escuche como también comenzaba a gemir. Sus dedos entraban y salían deprisa abriéndome la vagina.
—Que se siente cojerte a una chava de mi edad, viejo pervertido, sigue dándome más duro, así don Kim no pare siga esto me gusta.
Mis palabras me calentaban incluso a mí misma. Mi cuerpo ya estaba al límite y quería descargar.
—Que rico siento q me voy a venir, me estoy viendo, no pare así chupe mis pezones y no deje de dedearme, siento q me voy a orinar
—Espera puta que ahí va mi lechita en tu culo.
Me la metió más duro y no me pude resistir. Aún con los dedos dentro de mí comencé a dejar escapar un poco de mi corrida.
—Ay Si si que rico. Más más duro.
Comencé a mover mis caderas sobre su pene. Saltando de un lado a otro mientras pequeños chorritos escapaban de mi
—Que culo más rico y apretadito. Mmmm muévelo así puta. Que rico, que rico perra me vengooooooooooo
Sentí su lechita inundandome toda y eso hizo que mi vagina expulsara todo lo que tenía dentro. Grité con todas mis fuerzas mientras sentía el líquido caliente deslizándose hacia afuera.
Don Kim Namjoon estaba transpirando y yo con las piernas temblando a punto de desmayarme. Me miró con cara de pervertido.
—Lucy Dime que eres ahora muñequita.
—Tu putita Don Kim—respondí—Soy tu putita.
FIN
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