Hola, mi nombre es Tn. Después de que mis padres desaparecieran en una tormenta tuve que ir a vivir con mi tía y su familia. Mi relación con ella nunca ha sido buena ya que siempre le había tenido envidia a mi madre y ahora que ella no estaba todo su remordimiento caía sobre mi. Mi historia comienza en una de las casas de playa de mi familia, solo que esta vez en vez de ir acompañada decidí sola intentando escapar de los malos tratos.
Llegué un viernes por la tarde y no podía esperar para disfrutar del sol y la playa. Eran alrededor de las 3:00 pm cuando decidí salir ,me puse uno de mis bikinis favoritos que se amarra por detrás con una tanga de lazos y un pequeño brasier que destacaba mis pechos, baje los escalones de mi casa y salí por la parte de atrás.
El lugar estaba algo concurrido, al ser una playa pública muchas personas iban a pasar el rato con sus familias y amigos.Me recosté en la arena disfrutando del sol y el mar tranquilo y me di cuenta de que casi todos los vecinos me volteaban a ver sin disimular, incluso algunos se acercaron a platicar conmigo, pero sin apartar la mirada de mis pechos. Llegué a sentirme tan incómoda que recogí todas mis cosas y me fui a casa a tomar una siesta. Ya volvería más tarde cuando no hubiera tanta gente.
Eran ya más de las diez de la noche cuando desperté. Ahora si la playa estaba completamente desierta, solo se escuchaba las olas romperse y se avistaba a lo lejos pequeñas luces de los pescadores locales que salían durante la noche.
Caminé hasta la orilla con la primera intención de bañarme otra vez, pero de la nada, impresionada por la tranquilidad de la noche, me dieron unas ganas locas de salir a explorar. Caminé y caminé bajo el cielo estrellado hasta que llegué a una piscina natural que conectaba la playa con la bahía. Me encontraba completamente sola y a oscuras pués había luna nueva y las estrellas no iluminaban tanto. Podía escuchar el cantar de los grillos, oler la humedad de las plantas, sentir la brisa marina y uno que otro mosquito zumbador. Entonces pensé que sería divertido meterse a nadar desnuda y como estaba segurísima de que no había nadie alrededor me desabroche el bikini y lo deje tirado en la arena. Seguí avanzando hasta que no quedaba más en donde pisar y me sumergí completamente bajo el agua donde estaba todo oscuro y la sensación de estar desnuda me hacía sentir libre. Luego salí a la superficie flotando boca arriba con el agua cubriendo las orejas. Jamás me había sentido tan unida a la naturaleza.
La naturaleza deseaba más que eso, porque de pronto sentí que algo rozaba mis piernas y mi abdomen acompañado de pequeños piquetes en mis pechos y en mi conchita. Se trataba de una bandada de pequeños pececillos que se detuvieron a morder mi piel. Como no eran una gran amenaza que deje que se divirtieran conmigo. Poco a poco las pequeñas mordiditas fueron aumentando en todo mi cuerpo, sobre todo en mis pezones.
Estos peces sí que son traviesos, pensé y lentamente me fui excitando hasta que mi conchita comenzó a mojarse . Inmediatamente los peces se abalanzaron sobre ella, deseosos de probar mis juguitos.
Sentía tantas mordidas en mi conchita que comencé a temblar. Involuntariamente abrí las piernas y los pececillos aprovecharon para hacer más de las suyas, mordiendo cada parte de mi anatomía. No pude resistirme y comencé a estrujar mis pezones. Hasta que comencé a sentir algunas mordidas en mi clítoris y sentí que una descarga de placer recorría toda mi espalda. No podía aguantar más,todo mi cuerpo explotó en una sensación de placer. Estaba a punto de correrme.
-¡Paren! –grité, lo bastante fuerte y excitada que si de encontrarse alguien más me habría escuchado claramente.
De inmediato un orgasmo recorrió todo mi cuerpo haciendo que una gran cantidad de mis juguitos salieran disparados y se mezclaran con el agua de mar siendo aprovechado por las pequeñas criaturas, sin embargo, no me daban tregua y al poco tiempo sentí como todos se peleaban por hacerse con mi coñito haciendo que mi orgasmo fuera más intenso, tuve que espantarlos con mi mano libre para evitar que siguieran pero de poco sirvió pues al poco tiempo volvían por más así que para poder escapar de ellos, nadé un poco a mar adentro.
Después de un par de minutos, mis sensaciones fueron disminuyendo y estuve más tranquila. No lo puedo creer, tuve un orgasmo. Que locura.
De pronto escuche un motor que se acercaba a gran velocidad, miré a mi derecha y pude ver luces que se dirigían hacia mí. Sin pensarlo dos veces tomé una gran bocanada de aire y me sumergí, esperando que el bote me pasara por encima.
Pude sentir como el agua se arremolinaba a mí alrededor, estaba preparada para aguantar la respiración no esperaba quedar atrapada bajo una soga pesada y con pequeñas aberturas, o mejor dicho. Una red.
El aire me faltaba y el susto me había hecho perder la concentración y comenzar a tragar agua. Mi vista se nubló y sentí que me ahogaba cuando mi cuerpo se elevó por un tremendo tirón hacia arriba. Todo fue muy rápido, en un instante pase de estar en el mar a estar tirada sobre la cubierta de un bote pesquero.
-¿Qué es eso Zabdiel? ¿Qué fue lo que se enredó en la red? –preguntó alguien.
Una luz intensa impedía que viera a mis captores y a duras penas con mi mano trataba de cubrirme los pechos, pero había tragado tanta agua que hacía que apenas podía mantenerme consciente.
-¡Pero bueno… parece ser que pescamos una sirena! ¡Christopher da marcha atrás y regresemos al muelle!
Fue lo último que alcancé a escuchar antes de desmayarme.
2
Cuando desperté estaba toda mojada y sentía mucho frío.
-Llévala adentro, ahorita te alcanzo
Pronto caí en cuenta que alguien me llevaba en su hombro y estaba amarrada de manos. Entramos a un cuarto de madera donde estaba todo desordenado, había una TV antigua, un sofá viejo y una mesa. El olor a pescado era tan penetrante que me hacía sentir náuseas. El tipo que me traía sobre su hombro me arrojo sobre el sofá y sin quitarme la vista de encima se sentó sobre la mesa.
Lo miré tremendamente asustada, era un hombre alto, rubio y musculado, con vestimenta de pescador y los ojos bien negros recorriendo mi cuerpo completamente desnudo. Por instinto me hice bolita en el sofá, tratando de impedir que viera más de lo que ya había visto.
Su respuesta fue una carcajada seca, como si le divirtiera mi gesto apenado. De su bolso sacó un cigarrillo, lo encendió y comenzó a fumar.
La puerta de la cabaña se abrió de golpe, un chico delgado, alto, que aparentaba tener su misma edad y pelinegro entró.
-¿Dónde está? –le preguntó al otro hombre.
El primero me apuntó con su cigarrillo y entonces tuve cuatro ojos recorriendo todo mi cuerpo.
-Vaya, vaya, ¿pero qué tenemos aquí? Lo único que esperaba capturar esta noche eran unos cuantos peces pero parece que me saqué la lotería porque capturé una linda sirenita.
Lo último lo dijo mostrando su lengua de forma obscena y lasciva. Lentamente se fue acercando.
-¿Cómo te llamas sirenita?
No le conteste, solo baje mi mirada. El que estaba sentado se levantó y caminó hacia mí y sin previo aviso me agarró del cabello.
-Parece que la sirenita, no sabe nuestro idioma Christopher. –dijo el que estaba sentado.-¿Qué te parece si la llamamos Ariel?- y acto seguido comenzaron a reírse.
Yo estaba en estado de shock, pero desperté cuando de la nada el tal Christopher comenzó a introducir sus gruesos dedos en mi conchita. Aún con las manos atadas me retorcí y aproveché mis piernas libres para lanzar varias patadas.
-¡Jajajaja!, mirala que tierna.
Inmediatamente Zabdiel se puso de pie, me tomó de las manos y me las aventó hacia atrás dejando mis pechos completamente visibles.
-Qué tetas tan ricas tiene esta sirenita Christopher, que buena pesca tuvimos hoy.
Tenía la vista de ambos puesta en mis pechos. Traté de forcejear un poco pero me tenían sometida.
-¿Qué te parece si nos la servimos? – dijo el que se llamaba Christopher mientras introducía otro de sus dedos en mi conchita-Yo me como esta deliciosa almejita y tú disfruta de esas ricas tetas.
Habiendo dicho eso me tomó de las piernas y las abrió a su conveniencia.
– Que linda estás Ariel, bien depilada y rosita como me gustan –sin quitarme la mirada de mis ojos le dio una lenta y húmeda lamida a mi conchita.– ¡Mmmmmm! Aún está saladito por el mar, que rico– y hundió su cara entre mis piernas y comenzó a devorarme.
Christopher movía su lengua rápidamente por toda mi conchita y la sensación de tal acción comenzó a recorrer por toda mi espalda. Mientras Zabdiel succionaba y mordía uno de mis pezones y con su mano apretaba con fuerza mi pecho libre.
Desgraciadamente no tardé mucho en excitarme.
-¡Ay! … ¡Mmm! …¡Ay! -Deje escapar unos ligeros gemidos.
-Mira Zabdi, la sirenita lo está disfrutando –dijo Christopher mientras separaba sus labios de los míos. –Sabes que siempre me he preguntado cómo se reproducen las sirenas si no tienen un lugar para meter una verga, pero por suerte tú tienes varios hoyitos que podemos usar. –y colocó dos de sus dedos en la entrada de mi conchita y comenzó a meterlos y sacarlos lentamente.
-¡Ay!… ¡Aaaaa! ¡Aaaaaah!
Me retorcía con cada penetración de sus dedos y mientras Zabdiel me tenía los pezones súper excitados, no podía poner mis pensamientos en orden, en cualquier momento iba a tener un orgasmo.
-Mira lo mojada que estás Ariel –me decía Christopher al mismo tiempo que retiraba sus dedos y me los mostraba.
Zabdiel miró la escena y sin decir nada cambió mis pechos por mi conchita. Su boca ahora comenzó a hacer estragos en mí y las sensaciones eran más intensas al sentir como los bellitos puntiagudos de su escaso bigote se clavaban en mis labios.
-Zabdi esta sirenita ya está lista, hay que ponerla en posición.
Dándome un respiro ambos hombres dejaron de darme placer, pero no parecía que se fueran a tardar mucho. Christopher, me tomó en brazos con gran facilidad y me coloco sobre la mesa con las piernas abiertas..
-No se tú pero yo me voy a coger a esta perra.
-Está bien, yo tengo planeado hacer algo con ese par de tetas
Ambos comenzaron a sacarse sus pantalones y pude notar que tenían cuerpos bien definidos y piernas firmes y musculosas. Malditos sean.
Sabiendo que era lo que pretendían trate de levantarme y patalear, pero enseguida fui inmovilizada por las manos de Zabdiel. Rápidamente Christopher me tomó mis piernas y me jaló a la orilla y sin darme tiempo de reaccionar empujó mi pierna derecha dejándome completamente abierta. Con su otra mano tomó su miembro y con la punta de su verga dio unos cuantos golpes firmes en la entrada de mi conchita.
-Que rica estás Ariel, ¿Sientes como me tienes de duro? Ufff…
Una vez colocada la punta de su pene en la entrada de mi conchita me tomó de ambas piernas y abriéndome completamente fue introduciendo lentamente su verga.
-¡Noooooo! ¡Sacala! –grité al sentir cómo por fin me penetraba.
-Jajajaja, al fin la hice hablar a la muy perra. Que buena sirena nos encontramos, tiene muy estrecho su agujerito.
Christopher me penetraba con tal ritmo que la mesa temblaba bajo sus embestidas. Poco a poco yo también empezaba a excitarme.
-pero que rica vista de sus tetas tengo –le dijo Zabdiel –De verdad esas tetas con sus pezones rosados son todo un manjar
Las embestidas de Christopher fueron más rápidas que antes y mi excitación fue aumentando
–aaaahh… aaaaaaahh… aaaaaaaaahh…
Levante un poco la cabeza y podía ver como entraba y salía de mi a gran velocidad, siempre empapado de una sustancia blanca. De pronto Zabdiel se subió encima de la mesa mostrándome una gran erección.
-Mira pequeña Ariel, mira como me tienes. A qué quieres disfrutar de esta verga, se te ve en la cara, debes ser la sirena más zorra de todo el mar.
Inmediatamente se sentó en mi abdomen, colocó su verga en el pequeño canal en medio de mis pechos y tomándolos con sus manos apretó su verga con ellos.
-Tienes unas tetas grandiosas, excelentes para hacerme una buena paja con ellas.
Podía ver su pene aparecer y desaparecer en medio de mis pechos.
-Para, me haces daño! – grité
La fricción de mis pechos con su pene sumado al dolor que sentía al apretar mis tetas era insoportable, pero al maldito no parecía importarle.
Después de un rato la fricción fue disminuyendo y de la verga de Zabdiel salía un líquido transparente que empapó mis pechos.
Pronto todo mi ser se fue llenando de muchas sensaciones. En perfecta sincronización los tres tuvimos un orgasmo al mismo tiempo. La verga de Christopher vibraba dentro de mí y me llenaba la conchita de semen, por otra parte mi cara recibió toda la semilla blanca y caliente de Zabdiel. Los tres gemíamos de placer pero solo yo era la que recibía su lechita caliente.
Cuando por fin el placer se terminó, Zabdiel dejó de mancillar mis pechos y se quitó de encima de mí, Christopher retiro su verga flácida de mi interior y yo quede cubierta de semen en mi cara y mis pechos, sin contar que de mi vagina escurría el exceso de semen que había depositado en ella Christopher.
Mis piernas estaban adoloridas por todo el rato que me tuvieron abierta y los pechos me dolían aún más.
Aun recostada sobre la mesa, ambos hombres me miraban desde arriba, contemplando mi cuerpo magullado y cubierto de semen.
Al cabo de un rato, ambos se quedaron dormidos (típico de los hombres nada más terminan de coger) y como pude me puse de pie. Mis piernas aún se encontraban entumecidas y apenas podía mantenerme en pie pero igualmente tuve que hacerlo. Con mucho cuidado me dirigí hacia la puerta y la abrí muy despacio. Al salir todavía era de noche y hacía frío. Busqué en la lancha algo que me ayudara a romper las cuerdas de mis manos y eureka lo encontré.
No sabía hasta donde me habían arrastrado esos dos hombres, pero desde el muelle podía ver el puente que conectaba la zona de la playa con la de los pescadores. Así que me lancé al mar y nadé con la poquísima fuerza que me quedaba.
Me tomó alrededor de media hora llegar a mi casa, cuando por fin estuve en mi cuarto me sentí segura y sin más me fui directo al baño, al verme completamente al espejo pude ver los estragos que esos dos brutos hicieron en mí.
Mis pechos estaban completamente rojos y me dolía al tocarlos, mi conchita estaba completamente y mis labios vaginales aún se encontraban muy inflamados después de haber sido penetrados por aquella verga. Introduje lentamente mis dedos en mi conchita y note que estaba húmeda, cuando retire mis dedos cual fue mi sorpresa al ver que aún estaban cubiertos por el semen de Christopher.
El olor de su semen penetró rápidamente la habitación y por algún extraño motivo sentí la necesidad de probarlo. Tenía una consistencia viscosa y un sabor salado que terminó por gustarme.
Abrí la llave del agua fría de la bañera y me metí bajo el chorro de agua para quitarme todo de encima.
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