Me levanté como a las nueve menos veinte de la mañana aun pensando en lo que había ocurrido. Seguía desnuda, me cubrí con una vieja remera gris claro de mi marido que apenas llegaba a tapar hasta la mitad de mi cola y marcaba mucho mis pezones. Los muchachos seguían durmiendo en el cuarto de mi hermano menor, debían estar rendidos. Fui hasta la sala de estar y noté que ni ellos ni yo habíamos ordenado nada de aquel desastre, había ropa tirada por todos lados, incluida mi tanga. También estaban todas esas películas porno desparramadas sobre la mesa, por suerte aún faltaban muchas horas para que regresara mi marido, él volvería cerca de la una de la tarde. Lo primero que hice fue guardar los DVD en la mochila de uno de los chicos, en ese momento alguien me abrazó desde atrás aferrándose a mis tetas, sentí un pene duro moverse entre los labios de mi concha, que aún estaba seca y sin dilatar.
- Buen día Nani – me saludó el efusivo muchacho, me di cuenta que se trataba de Zabdiel.
- Hola Zabdiel, buen día – lo saludé con naturalidad – me di cuenta que yo misma provocaba esas reacciones en los chicos, estaba casi desnuda, esta remera no me cubría nada, por más que yo creyera que ellos iban a seguir durmiendo, inconscientemente quería que se levanten y me vean así.
Zabdiel me soltó y cuando di media vuelta vi a los otros tres chicos, todos llevaban una remera, pero tenían sus vergas duras completamente al aire. Después de lo que vivieron la noche anterior era lógico que se despertaran en ese estado, más sabiendo que me tenían en la casa.
- Hola chicos, buen día – los saludé – estoy limpiando un poco todo este desorden.
Caminé hasta donde había un pantalón tirado y me agaché de una forma muy sugerente, mostrándoles mi concha. De inmediato sentí que otro chico se pegaba a mí su pene se deslizó por fuera pero con una mano lo orienté para que apuntara hacia adentro. Él presionó contra mi agujero pero aún permanecía cerrado y sin lubricar, igual sentí que la punta del pene lo iba abriendo un poco, eso hizo que comenzara a mojarme. Doblé el pantalón prolijamente y lo dejé sobre el sofá, cuando me moví a recoger otra cosa me di cuenta que el que me había arrimado era Joel, entonces se apartó y dejó lugar a Richard, que se pegó contra mi conchita y logró introducir su glande, no le dije nada pero me aparté a los pocos segundos. Estos chicos parecían más dispuestos que nunca.
Uno a uno me fueron arrimando mientras yo ordenaba la sala, a veces intentaban introducir sus vergas por mi vagina, aunque se dieron cuenta que yo me apartaba rápido si lo hacían, entonces optaron por arrimarme por la cola, sus penes no entraban en un principio pero de a poco fueron abriéndome. Lo extraño es que a mí misma me daba curiosidad, por eso no me apartaba, sentía sus glandes introducirse con más facilidad, se sentía muy rico cuando entraban y luego salían. En un momento terminé con las manos sobre la mesa y dejé mi cola levantaba para el siguiente que quisiera arrimar, vino Zabdiel muy entusiasmado y con un fuerte empujón metió la mitad de su verga, solté un gemido de placer, me estaban desflorando analmente y era muy placentero. El chico la sacó enseguida apurado por Richard que aguardaba su turno, me quedé en el mismo sitio y recibí la otra verga que también se introdujo en buena medida y me obligó a ponerme de puntas de pie. Él comenzó a darme con fuerza, se movió de atrás para adelante haciendo salir y entrar su pene repetidas veces, comenzó a dolerme un poco:
- Despacito que me duele – le dije entre gemidos.
Se apartó y todos me miraron asustados, pensaron que me había enojado, les demostré que no era así cuando le ofrecí mi culo a Joel y guie su verga hasta el interior. Él fue más suave, me dio por la cola con más gentileza, lo disfruté más y me calentó mucho, si bien el pene no entraba completo, con lo que lograba entrar yo gozaba y gemía. Luego vino Erick a metérmela, me dio aún más morbo que mi hermano menor me diera por el culo y lo mejor era que mi culito ya se estaba acostumbrando a recibir esos pedazos de carne en su interior. Mis piernas se estaban sintiendo débiles y tuve que aferrarme de los hombros de Richard. Me sorprendió lo que hizo, cuando me tuvo muy cerca suyo me besó en la boca. Yo le correspondí el beso, nuestras lenguas se entrelazaron mientras Zabdiel reemplazaba a mi hermano menor, su verga entró completa en mi culo, sentí sus testículos rebotar contra mis nalgas mientras me la metía. Richard me metió los dedos en la concha y después me dijo:
- Tiene una conchita muy linda Nani, yo me la cogería y la haría gritar como una puta – en cualquier otra circunstancia esas palabras me hubieran hecho enojar, pero ahora estaba muy pero muy caliente.
- ¿Me la meterías con fuerza? – le pregunté con jadeos mientras seguía recibiendo profundas embestidas en el culo.
- Si, con mucha fuerza y se la llenaría de leche – al oír eso me aparté de ellos, me quité la remera y caminé hasta el sillón individual, me senté sobre él poniendo mis piernas en los apoyabrazos, quedando bien abierta, abrí mi concha con los dedos.
- Entonces no hables, vení, metemela y haceme gritar como una puta.
Él no esperó a que nadie más le dijera que vaya, se tendió sobre mí y le agarré la verga, la apunté hacia mi concha y de inmediato sentí como se clavaba entera dentro de mí. Solté un grito de placer tirando la cabeza hacia atrás, el chico comenzó a cogerme como un burro el celo. Sus embestidas eran fuertes y me abría las piernas todo lo que podía, yo sentía todo el peso de su cuerpo con cada penetración, el chico no era un experto pero si me estaba haciendo gozar. Yo gritaba y gemía cuando Zabdiel llegó y me metió su verga en la boca, comencé a chupársela con ganas. Me la tragué tanto como pude, el roce contra mi clítoris y las penetraciones de Richard me estaban calentando mucho, sabía que me había puesto toda roja y sentía gotitas de sudor acumulándose en mis tetas. Estuvimos así por más de diez minutos sin parar, mi concha estaba completamente mojada y el pene de Richard seguía metiéndose tan adentro como le era posible, en ese momento sentí como el chico acababa dentro de mí, llenándome con su lechita caliente. Cuando se apartó me arrodillé sobre el sillón dejando mi cola expuesta. La abrí con mis manos y Zabdiel entendió el mensaje, se acomodó detrás de mí y me la metió por el culo. A la primera logró meterla hasta la mitad, pero después de entrar y salir un par de veces logré sentirla adentro por completo, comencé a gritar como una puta en celo, las penetraciones anales me encantaban, sentía la succión en mi interior y mi culo intentando cerrarse alrededor de esa verga, la leche que Richard me había metido empezó a salir por mi concha, la sensación de ese líquido chorreando fuera me excitó mucho, la dejé salir mientras recibía duras embestidas contra mi culito. Ya nada me importaba, solamente quería que me cojan. Estaba disfrutando mucho de mi primer anal, me arrepentía de no haberlo probado antes, apoyaba mi cara contra el respaldar del sillón y mantenía mi cola abierta con las manos, las penetraciones eran rápidas y profundas, no podía parar de gemir. En poco tiempo Zabdiel acabó tirando fuertes chorros de leche dentro de mi cola, ahora los chicos tardaban mucho menos en acabar, por suerte aún quedaban dos, porque yo no estaba satisfecha.
Quise ir más lejos, le pedí a mi hermano menor que se sentara en el sillón y yo me senté sobre él, mirándolo a la cara, comencé a montármelo jugando con su verga en mi interior y le pedí a Joel que me clavara por atrás, esta era mi oportunidad de disfrutar de una doble penetración. El muchacho delgado me la metió toda de una vez, mi culito estaba bien lubricado gracias a la leche de Zabdiel, entre los dos me cogieron sin parar durante varios minutos, intentaba mover mi cuerpo todo lo que podía acompañando sus movimientos, podía ver la cara de satisfacción de Erick y ello me llenó de ternura, como hermana mayor estaba siendo testigo de la primera vez me mi hermano menor, casi me pongo sentimental pero recordé que esto era solamente sexo. Tuve un gran orgasmo recibiendo verga por mis dos agujeritos y a los pocos minutos ambos chicos acabaron en mi interior. Nos quedamos exhaustos los tres en esa posición, abracé a mi hermano menor y no me moví del lugar, intentaba recuperar el aliento, estaba agitada pero muy feliz.
Cuando me recuperé un poco fui hasta el baño a lavarme, me sentía muy feliz y estaba llena de semen, pero aún estaba caliente, me sentía una puta insaciable, me habían cogido entre cuatro y yo todavía quería más. Por suerte me encontré a los chicos a la salida del baño, los cuatro se tocaban sus penes para ponerlos duros otra vez, les sonreí y les hice señas para que me siguieran. Terminamos en mi cuarto, me senté en la cama y cuando tuve a uno de ellos cerca comencé a mamarle la verga, sentí el sabor a semen y me excité, chupé un rato cada una de las cuatro hasta que se pusieron bien duras, luego agarré a Joel y lo acosté sobre la cama, me monté sobre él y comencé a cogerlo como una profesional, saltaba sobre él con destreza, el chico me miraba atónito, no podía creer que una mujer le estuviera dando semejante cogida. No tuve que esperar mucho hasta que Richard me la metió por atrás, esta vez no me limité solo a que me cojan entre dos sino que también chupé por turnos los penes de los otros dos muchachos, estaba disfrutando del sexo como nunca.
No esperé a que los dos que me cogían acabaran, les dije que quería que cambien y aceptaron de mala gana, sólo porque sus amigos le insistieron que ya era su turno, ahora Erick me dio por atrás y yo me monté sobre Zabdiel. Estuvimos cogiendo sin parar varios minutos hasta que tuve otro fuerte orgasmo, el líquido de mi concha mojó el cubrecama pero no me importó para nada. Me tendí de lado sobre la cama y quedé rendida.
- Eso fue espectacular – le dije a los chicos, Zabdiel ocupó el lugar de mi hermano menor y me la dio por la cola, estábamos haciendo cucharita, yo ya ni me movía, simplemente dejaba que me la meta, Joel se tendió delante de mí y quedamos los tres en una pose que se asemejaba a un sándwich, donde yo era el centro – tengo que pedirles que no le cuenten nada a nadie.
- Sólo si promete que se va a repetir – dijo Richard.
- Si, haré lo posible para que se repita – la idea de tenerlos a mi disposición me encantaba, no pensaba con claridad pero debía aprovechar lo que había logrado, tenía a cuatro vigorosos jóvenes ardiendo por mí y quería que me cojan todos los días de ser posible – y no hace falta que vengan siempre los cuatro a la vez, si alguno tiene ganas de echarse un polvo, me avisa – me sentía una puta de 10 años menos, me encantaba.
- Le tomo la palabra, Nani – dijo Richard metiéndomela en la boca.
Estuvieron metiéndomela bastante tiempo, yo estaba rendida pero ellos parecían insasiables, simplemente me tendía en la cama y dejaba que abusen de mí, que me la metan por donde quieran, que me obliguen a tragarme su leche o que me acaben en algún otro agujerito, estaba como drogada por el sexo y quería que durara para siempre, pero ellos se percataron de que no podían estar todo el día metiéndomela, mi marido regresaría a la casa en algún momento. Me liberaron y me permitieron darme una renovadora ducha, eso me despertó un poco y retomé mi ritmo habitual. Los chicos se fueron a sus respectivas casas y Erick se fue a dormir a su cuarto, lo miré con ternura y supe que mi vida había cambiado por completo. Muchas cosas grandiosas podrían ocurrir de ahora en más.
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