Tutoría Parte 4



-¿Hola?

-...

No había nadie, menos mal. Me quedé en el recibidor donde había un enorme espejo, me puse de espaldas a él y lentamente, como si tuviera miedo, me levanté la falda. No pude evitar llorar al ver cómo me había dejado el culo de rojo. De repente sonó el timbre.

-¿Quién es?

-Hola, Lucía. Soy Erick.

¡Mierda! Pensé, pues ya no recordaba que había quedado con él. Erick era un chico del barrio con el que a veces follaba.

-Ah... Hola, ya sé que habíamos quedado, pero no me encuentro muy bien.

-Va Lucía, déjame subir un ratito y estamos juntos.

-Bueno... Si quieres sube, pero ya te digo que me encuentro mal y no vamos hacer nada.

Dije mientras apretaba el botón que abría la puerta del portal. Lo esperé en el recibidor y en menos de un minuto ya estaba allí.

-Hola...

-Mmm como me pones con el uniforme, nena.

Dijo mientras se abalanzaba sobre mí intentando besarme. Me aparté.

-Ya te he dicho que no vamos a hacer nada.

-Va... Con lo que me pones con el uniforme. Quiero follarte con él puesto, nena.

Sin hacerle caso me dirigí hacia mi habitación y me tiré boca abajo sobre mi cama, ya que era de la única forma que podía. Erick me miraba desde la puerta.

-¿Puedo acostarme contigo?

-Si quieres...

Se acostó a mi lado, yo me puse de lado mirando hacia él y empezó a acariciarme la cara...

-¿Qué te pasa, Lucía?

-Ya te dije que no me encuentro bien.

-Yo lo puedo solucionar.

Dijo mientras empezó a tocarme las tetas.

-¡Para!

-Va, perra si te encanta.

-Erick, por favor para.

Me puso boca arriba sentándose él sobre mí y siguió manoseandolas. Me rompió la camisa y empezó a escupir en mis tetas.

Yo intentaba quitármelo de encima, pero era inútil.

-Mira como la tengo, Lucía. No me vas a dejar así.

Dijo mientras dejaba su polla al aire y me cogía de la cara para besarme.

-Chupamela un poquito.

-...

-¿No quieres?

-No.

-Bueno... Pues por algún sitio la tengo que meter.

Dijo mientras se arrastraba por mi cuerpo hasta colocar su polla erecta en la entrada de mi conchita.

-¿Qué ha

No me dio tiempo a acabar de preguntar que ya me había clavado toda la polla en mi coñito. Me la había metido hasta el fondo y del tirón. Erick la dejo dentro un rato, pero no tardó mucho en empezar a moverla, primero iba despacio, pero luego ya cogió un ritmo frenético. Yo no podía parar de gritar mientras él me la metía y me la sacaba rápidamente.

-¿Te duele, puta?

-Sí...

-Mmmm como me ponte que te duela, zorra. Y follarte con el uniforme ya ni te cuento...

Siguió follandome como un loco mientras me mordía las tetas y yo lo único que podía hacer era chillar y chillar, pues no me podía mover.

Bajo el ritmo y empezó a clavármela.

-¿Te gusta, puta?

Decía cada vez que me la clavaba, pero yo no contestaba.

-Te he preguntado que si te gusta, pedazo de puta!!!!!

Yo seguía sin contestar y Erick empezó a darme bofetones mientras seguía torturando mi coñito.

-Me voy a correr, zorra.

La sacó de mi conchita dolorida, me sentó en la cama tirándome del pelo y me la puso en la boca.

-Abre la boca, zorrita.

No la abrí y empezaron a caerme hostias por todos lados hasta que finalmente consiguió lo que quería. Abrí la boca y me la metió entera. Me cogió de la cabeza y empezó a follarme la boca. No podía ni respirar. De golpe paró, la sacó rápidamente y enseguida tuve toda su corrida en mi cara. Con su polla la restregó por toda mi cara.

-Mmmm putita. ¿Ha estado bien, verdad?

-...

-Bueno... Yo ya me voy, Lucía. Adiós.

Erick se fue y yo me quedé tirada en mi cama con la cara llena de semen. Estuve tirada un buen rato hasta que decidí levantarme.

Me miré en el espejo de mi habitación y era realmente una puta. Me sentía muy sucia.

Me metí en la ducha y allí estuve un buen rato pensando en todo lo que me había pasado hoy. No podía creerlo, deseaba que el día terminara ya.

En la ducha empecé a tocarme para relajarme y olvidarme por un momento de todo lo que me había pasado.

Me lo toqué lentamente. Primero por fuera, rodeé mi clítoris con mis dedos. Ummm el calentón iba subiendo... Me metí un dedito dentro. Lo moví un poco y lo sacé. Cuando ya estuve bien mojada y cachonda pasé a mi clítoris. Coloqué mi dedo índice sobre él y no pare de moverlo hasta que tuve un orgasmo brutal.

Cuando salí de la ducha mi madre estaba abriendo la puerta de casa. Me puse el pijama y salí a saludarla.

-Hola, mamá.

-Hola, Lucía. Tenemos que hablar.

-Dime.

-He estado hablando con tu tutor, por eso llego tan tarde. Estuve en el colegio hasta ahora.

No me lo podía creer.

-¿Te llamó él?

-Sí, me dijo que tenía que hablar conmigo con urgencia. Me ha dicho que llevas realmente mal este curso y me ha aconsejado internarte.

-¡¿Quéééé?! ¡No, mamá!

-Lo he estado pensando mientras venía para casa y creo que es lo mejor para ti, Lucía. Estás muy descentrada.

-No, mamá. Por favor... No puedes hacerme esto.

-Lo siento, Lucía. Tú te lo has buscado sacando estas notas.

-Mamá...

-No hay nada más que hablar. Haz la maleta, ingresas esta misma noche.

Me puse a llorar por lo que se me venía encima. De qué manera iban a por mí y yo no podía a hacer nada.

Continuara--- Vayan a leer la quinta oarte


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